jueves, 11 de abril de 2013

Brindarán con aguarrás

Cierta persona del ámbito político ha dicho que los rivales brindarán con aguarrás. Y es que el odio y el sectarismo están muy vivos entre nuestra clase política. No obstante, para defender sus privilegios de casta, sí que se ponen de acuerdo de inmediato. Lo que ocurre es que no nos damos cuenta de que si la citada casta nos lleva a la ruina lo hace por nuestro bien.
Los contribuyentes tenemos a nuestro alcance el placer de admirar a los políticos y en lugar de disfrutar de ese espectáculo nos centramos en que tenemos hambre.
Una persona de la política puede tener cara A y cara B. La cara transmite ilusión y simpatía e inspira confianza. Sirve para ir al Mercado Central. En los periódicos no ha salido nunca la cara B, sino tan solo una aproximación de ella. La cara B, más que fea, es feísima. Sirve para usarla en una tienda de bicicletas, si se encuentra allí con un conocido pobre.
Por otro lado, hubiera sido una gran injusticia, y no una injusticia cualquiera, que condenaran a Camps por unos trajes. Menudo empeño chorra el de El País el de referirse un día sí y al otro también al caso de los trajes. Después del paso de Camps por la presidencia del gobierno valenciano no ha quedado ni estaca en pared en esta Comunidad. La hecatombe ha sido mayúscula. Han desaparecido bancos y cajas, dejando con un palmo de narices a los honrados inversores que habían puesto su confianza en ellos; ha cerrado una gran cantidad de negocios y empresas; las farmacias tampoco están muy contentas con la situación; y los que enferman y necesitan cuidados tampoco. Alrededor de la Nueva Fe hay negocio. Alrededor de la “vieja”, protestas.
Camps vive muy feliz, para recompensarle le han dado un puesto que para él es un chollo y para los contribuyentes una carga. Así que lo de los trajes es lo de menos.
En honor de Camps hay que decir que es posible que unos pocos se hayan hecho más ricos de lo que eran.




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