domingo, 21 de abril de 2013

Hervé Falciani y la hipocresía internacional

La historia de Hervé Falciani es francamente dura y lo que le espera no es un camino de rositas. Se entiende fácilmente si se piensa que lo que ha hecho puede ser considerado como un desafío al mundo del dinero.
Por lo menos, los muy ricos están acostumbrados a que nadie les plante cara. Pueden aplastar a cualquiera con un simple chasquido de dedos. Puesto que en ese mundo hay mucho dinero obtenido de forma ilegal, cuando no criminal, es obvio que cualquiera que se atreva a poner en peligro a alguno de sus componentes debe temer por su vida.
Todo lo anterior entra dentro de la lógica y de lo comprensible. Las sorpresas comienzan cuando en una entrevista concedida al diario El País, Hervé Falciani confiesa que fue el propio gobierno de Estados Unidos el que le aconsejó que se fugara y que consideraba a España el país más seguro para ello. Hizo lo posible para ser detectado por la policía y buscó la fecha en que el juez de guardia era el que le convenía.
No es motivo de orgullo que España sea el país elegido por este motivo. En principio, tampoco es ninguna deshonra. Lo que sí es evidente es que Comunidad Internacional no pone remedio a este estado de cosas. Y no la pone porque hay personas muy poderosas que no quieren. Sería fácil acabar con los paraísos fiscales. De hecho, imponer un poco de justicia en el mundo serviría, de forma inmediata, para reducir la tasa del hambre.
Pero no hay modo, porque puede que no le interese al gobierno de China, o a algunos multimillonarios estadounidenses o rusos, o porque algún jeque árabe amenace con romper la baraja, o incluso a algún banco, de los que obtienen muchos beneficios con el blanqueo de capitales.
Así que el mundo está a merced de un puñado de desaprensivos.

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