viernes, 15 de junio de 2007

Acerca del ajedrez

¿No es un desperdicio que alguien dotado de una gran inteligencia se dedique al ajedrez y sólo al ajedrez? ¿Y el fútbol qué?, me preguntan. Pues en el caso del fútbol, es peor. Sería bueno entrenar una hora diaria y jugar un partido a la semana. Al dedicar todo el tiempo a esta actividad se desvirtúa el propósito deportivo. Lo que importa ya no es participar, sino ganar. Los contendientes deportivos ya no se ayudan tras un encontronazo y éste, cuando se produce, ya no es fortuito, sino buscado a propósito, como consecuencia del juego y de la importancia del resultado. Por otro lado, al dedicar toda la actividad al deporte, la vida del deportista cambia por completo. Resulta imposible, o muy difícil, catalogar los esfuerzos deportivos profesionales como productivos para la sociedad. Quizá pudieran entrar en la categoría de sedantes de multitudes. En el caso del ajedrez, podría decirse exactamente lo mismo que en lo que concierne a las prácticas deportivas. Jugar una hora diaria debe ser altamente enriquecedor. Conviene aclarar que si me refiero a una hora, no lo hago porque éste plazo sea un límite, sino por referirme a un tiempo moderado en el cómputo total del día. Alguien que se dedica por completo al ajedrez tiene que dejar de lado otros procesos de enriquecimiento personal y quizá olvidar la búsqueda del equilibrio. Quien sólo puede pensar en ganar y se ve obligado, por tanto, a poner todo su interés en mejorar su técnica, prescinde de la derrota, aunque ésta se produzca de vez en cuando. En el ajedrez hay poco espacio para el azar. En la vida real lo que vale es el esfuerzo, el resultado puede estar influido por muchos factores. Una persona que se ha esforzado todo lo que ha podido y ha tratado por todos los medios de hacer las cosas bien, puede sentirse satisfecha, aunque no haya logrado sus propósitos. Puede decirse que hay partidas de ajedrez sumamente bellas, comparables a una obra de arte. Pero una obra de arte surge de un proceso creativo, durante el cual su autor goza todo el tiempo. En cambio, una partida de ajedrez contiene una gran carga de tensión, de temor por la derrota, de deseos de aplastar al rival. Acerca del ajedrez, se plantea además una serie de preguntas, quizá, sin respuesta por ahora. ¿Por qué personas con tan gran talento como Bobby Fisher, Garry Kasparov, Anatoly Karpov o Viswanathan Anand, por ejemplo, dedican sus esfuerzos al ajedrez y no a otra cosa? ¿Qué alicientes ofrece el mundo a los grandes talentos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quizàs disfruten la fama. Alguien me dijo hace tiempo que las estrellas son muy frìas. Serà por lo que has contado. (Zenia)

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