Hasta Anasagasti se burla de Zapatero: “Pensaba que se enfrentaba a un gato y no a un tigre”, dice. Pero Anasagasti se equivoca, acaso porque piensa mientras se peina y se le enredan los pensamientos y luego, con la laca, se le quedan pegados, sin poderse desprender de ellos. ETA no es ni gato ni tigre, es mucho peor que ambos. Si hay que comparar a ETA con algo, ha de ser con una peste, con un cáncer, con una gangrena o con un tumor, por ejemplo. ETA es un grupo de gente vil, como el que hay en todas partes, que en el País Vasco ha encontrado excusa y soporte para sus fechorías. Esa excusa y ese soporte es lo que habría que quitarle y entonces se disolvería como azúcar en el agua. Pensar que Zapatero quiso jugar con ETA probablemente es una simpleza. Quizá sea más sencillo lo que sucedió. Puede que lo que ocurriera es que Zapatero hubiera atribuido a los etarras una actitud ajena a la que finalmente ha demostrado tener. Quizá creyó que los etarras habían comprendido, ¡por fin!, la inutilidad de sus atentados y que trataban de salir lo mejor librados que pudieran de la situación en que se han metido. Podría abonar esta creencia el hecho de que el atentado islamista ha hecho perder mucha popularidad a ETA, aparte de que la presión policial había debilitado mucho a la banda. Es decir, el presidente pensaba que ETA entendería sus gestos y que si le ayudaban a ganar las elecciones abandonando definitivamente la práctica del terrorismo él tendría hacia ellos todos los gestos que pudiera, recompensándoles de esta manera. Esta visto que ETA no es de esa opinión, todavía cree que le queda cuerda o acaso hay mentes muy perversas que tienen el control sobre ella y esas mentes piensan que aún pueden exprimir más el limón, aún pueden sacar más partido del terror. Quizá esas mentes, si existen, no arriesguen nada.
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