Quiere la ministra Salgado que los camareros vigilen el consumo de drogas en los bares. Esta ministra debe de creerse algo así como una reina. Ella piensa que algo es justo y necesario y punto seguido pretende que todo el mundo, o quien ella decida, le siga el juego. Tuvo un éxito sonado, con la desorbitada ley contra el tabaco, que a pesar de ser tan drástica y poco lógica, logró un éxito tremendo. Por lo menos, yo catalogo como éxito el hecho de que gran cantidad de gente haya dejado de fumar. Puede decirse que gracias a la ministra buena parte de nuestros compatriotas vivirá más años y con mayor salud. Y también puede añadirse que una ley de ese calibre sólo la puede hacer Elena Salgado. Alguien que sopese los pros y los contras y los antecedentes del consumo del tabaco en España no se hubiera atrevido.
El problema que plantean las drogas es mucho mayor y de solución más compleja, de tal modo que se tardará mucho en conseguir erradicarlo. Quizá decenios. De modo que las soluciones estrambóticas, que sorprendentemente tienen éxito, no es probable que sirvan en este caso. Habría que pensar pues en soluciones más trabajosas y que poco a poco vayan haciendo su labor. Supongo que será fundamental poner información al alcance de todo el mundo acerca de las drogas y sus consecuencias, para que quien decida consumir alguno de esos productos sepa exactamente y sin poderse llamar a engaño cuales son las consecuencias que va a sufrir. Hay muchos libros sobre el asunto y no estaría de más que se distribuyeran por las bibliotecas públicas y por las de los centros de enseñanza. Sin olvidar, por supuesto, la labor policial, tan importante y arriesgada. En lo que a mí respecta, estoy totalmente en contra de legalizar el consumo, puesto que estimo que con ello se desampara a los más débiles psíquicamente. Hay que poner una barrera, la de la ilegalidad, que les ayude a resistir la tentación.
El problema que plantean las drogas es mucho mayor y de solución más compleja, de tal modo que se tardará mucho en conseguir erradicarlo. Quizá decenios. De modo que las soluciones estrambóticas, que sorprendentemente tienen éxito, no es probable que sirvan en este caso. Habría que pensar pues en soluciones más trabajosas y que poco a poco vayan haciendo su labor. Supongo que será fundamental poner información al alcance de todo el mundo acerca de las drogas y sus consecuencias, para que quien decida consumir alguno de esos productos sepa exactamente y sin poderse llamar a engaño cuales son las consecuencias que va a sufrir. Hay muchos libros sobre el asunto y no estaría de más que se distribuyeran por las bibliotecas públicas y por las de los centros de enseñanza. Sin olvidar, por supuesto, la labor policial, tan importante y arriesgada. En lo que a mí respecta, estoy totalmente en contra de legalizar el consumo, puesto que estimo que con ello se desampara a los más débiles psíquicamente. Hay que poner una barrera, la de la ilegalidad, que les ayude a resistir la tentación.
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