Dice Carrillo que pensar que en la Transición se pudieron conseguir más cosas resulta quimérico. Y añade que por mucho que mire ahora a su derecha no encuentra a nadie como Adolfo Suárez. Dicho así, da la impresión de que piensa que a la izquierda hay muchos. Pero como no ha dicho nombres, ha evitado el ridículo. Lo cierto es que ni hay ni ha habido ninguno. En aquellos tiempos de la transición la izquierda comprendió enseguida que Suárez les ofrecía mucho más de lo que esperaba. Y también supo que al ofrecer todo eso arriesgaba mucho y que en cualquier momento, por cualquier fallo, podía irse todo al traste. Cuando Suárez fue nombrado, De la Cierva escribió su famoso artículo “Qué error, que gran error”, sin embargo la elección no pudo ser más afortunada. Es dudoso que con otro presidente pudiera haber salido igual de bien. Quien lo seleccionó tuvo que haberlo meditado cuidadosamente. Por su parte, Suárez puso los cinco sentidos y algo más en el planeamiento y ejecución de sus planes, alguno de los cuales fue bastante osado en su momento. El resto de actores de la transición se dejaba guiar por quien demostraba tanta destreza al timón. Suárez, lógicamente, no pudo dedicarse a crear un partido, ni a procurar que funcionase correctamente. El hundimiento de la UCD prueba que nadie le ayudó en esta tarea, y si no lo hicieron en ésta tampoco estuvieron a la altura en ninguna otra. La oposición estuvo a la misma altura que la UCD, sólo que ya tenía un partido formado. Hoy resulta fácil imaginar que la Constitución, sin Adolfo Suárez inspirándola, hubiera resultado de lo más sectaria. Los políticos de aquella época no fueron conscientes del todo de lo que estaban haciendo. Carrillo en su irresponsabilidad habla de conseguir más cosas. Lo que debieron procurar es hacer las cosas mejor. Nadie cuestiona la amnistía general que se concedió entonces, pero quizá no fue muy acertado hacerla extensiva a los etarras. Tampoco se desarrolló bien el estado de las autonomías. Es decir, en aquel momento, como en el actual, sentido de estado brilló por su ausencia. Junto a Suárez, se salvan pocos, muy pocos.
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