sábado, 14 de julio de 2007

Interpretar los deseos de los ciudadanos

Lo que debería hacer un político en el caso de que se tropezara con un ciudadano por la calle es rendirle cuentas inmediatamente:
- Mire usted, he gastado el dinero de sus impuestos en esto, en aquello y en lo otro. Debo reconocer que mis logros son muy inferiores a lo esperado. Reconozco que mi pereza no tiene excusa, puesto que nadie me obligó a dedicarme a la política. Le prometo que intentaré que en lo sucesivo mi dedicación sea mayor.
Nada de eso ocurre, sin embargo. Lo que suele hacer un político cuando se cruza con un ciudadano suele ser mirarlo de arriba abajo, pues lo considera un ser inferior. Un político no suele preocuparse por averiguar los deseos del ciudadano, sino que lo que pretende es influir en los deseos del ciudadano para que coincidan con sus intereses. Los políticos hoy en día no dan explicaciones, por regla general, sino que lanzan consignas. Interpretan las cosas justo como les conviene. Tras las elecciones, cada grupo interpreta el deseo popular como más le conviene y no sólo eso y que explican a los ciudadanos que lo que han votado es exactamente lo que ellos dicen, como si los ciudadanos carecieran de capacidad para establecer su propia opinión. Ahora mismo están tratando de explicar algo tan obvio como el Espíritu de Ermua. Es un clamor contra el terrorismo y nada más. El Espíritu de Ermua viene a decir que el terrorismo sobra, no tiene cabida en la sociedad. Sea cual sea el partido al que voten, los españoles quieren que desaparezca el terrorismo. Se puede decir, pues, que negociar con los terroristas, lo haya hecho Aznar o Zapatero, es traicionar el Espíritu de Ermua, puesto que al hacerlo se reconoce la existencia de ETA y con ello su derecho a ser. ETA no tiene ningún derecho ni excusa para existir; es ingenuo pensar que puede abandonar aquello que tan buenos resultados le da. Los etarras viven muy bien, son considerados héroes por algunos descerebrados como ellos, y disfrutan teniendo en vilo a todo el mundo. La alternativa que se les plantea es la cárcel y en el mejor de los casos el ostracismo. Porque a ver quien va a hacer caso a esa gentuza si carece de pistolas.

No hay comentarios: