Mantienen las autoridades marroquíes que si el Sahara Occidental se independiza aumentará el terrorismo en la zona. Convendría hacer saber a esos marroquíes que los saharahuis son personas, con sentimientos, ilusiones y derechos, aunque ellos se empeñen en no reconocerlo. La opinión de las autoridades marroquíes sobre el Sahara no tiene ningún valor, puesto que Marruecos ocupa ilegalmente el territorio y viene incumpliendo una tras otra todas las resoluciones de la ONU. Si se deja volar la imaginación acerca de lo que puede hacer un gobierno dictatorial con los habitantes con los habitantes de otro que ocupa ilegalmente y de los que nadie parece preocuparse, aparece la cámara de los horrores. Las denuncias de los propios saharauis abonan esta visión. El mundo está sumido en graves problemas, que sólo pueden ser resueltos por una ONU fuerte y con crédito. ¿Pero cómo va a tener crédito la ONU si nadie hace cumplir sus dictámenes por muy justos que sean? La fuerza que permite a los saharauis sobrevivir de un modo ejemplar se basa en la razón. Ellos necesitan creer en la razón y en la comunidad internacional. Si éstas fallan, si se les da la espalda, ¿qué les queda? Parece que al gobierno español le interesa más negociar con Marruecos. El rey de este país tiene muy buenos valedores. El interés prevalece sobre la razón. También se puede decir lo mismo de otros muchos países. No es de extrañar, entonces, que las empresas privadas pretendan hacer negocio a costa de los indefensos saharauis. Western Sahara Resource Watch ha enviado una carta a Iberdrola solicitándole la suspensión del acuerdo con la Office National d’Electricité de Marruecos, por estar establecido sobre suelo saharahui. Uno se puede imaginar la enorme tristeza que miran al cielo esperanzadas, que es adonde se mira cuando ya no queda nada más, al comprobar que en la única nación del mundo en la que pueden albergar alguna esperanza, la patria de Don Quijote, tampoco les hacen mucho caso.
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