miércoles, 4 de julio de 2007

Reinserción II

El título debe a que este artículo es, en alguna medida, continuación del que con el mismo ha publicado Elvira Lindo en El País. Se refiere a dos niños que cuando tenían diez años torturaron y mataron a otro que sólo había cumplido dos. Añade luego que comprende a Sandra Palo, algo muy fácil de compartir, y termina hablando de la reinserción y de una sociedad muy poco dada a otorgar segundas oportunidades.
Hemos de convenir en que en este mundo el número de crímenes, agravios y ofensas que quedan sin castigo es infinitamente mayor que el que resuelto por los tribunales de justicia. De hecho, las legislaciones no tratan más que de una pequeña parte de las injusticias que se cometen. Es más, no es la justicia la prioridad de la especie humana en estos momentos, ni lo ha sido hasta ahora. Si lo fuera, el mundo sería mucho más justo de lo que es. El número de personas que participan voluntariamente en actos injustos o se inhiben ante ellos, porque sus prioridades son otras, es desmesuradamente grande.
La naturaleza tampoco tiene previsto ningún castigo visible para quien comete algún acto injusto. Eso de que el que la hace la paga se lleva a cabo si lo encuentran y no se puede defender cuando esto ocurre. Muchos de quienes sufren injusticia, grande o pequeña, se ven obligados además a reverenciar a sus verdugos. Una gran parte de las víctimas no tiene siquiera la esperanza de que se le reconozca esta condición. El castigo se produce porque las comunidades civilizadas se protegen con una legislación, que se hace cumplir mediante las sanciones.
Pero en el psiquismo de los individuos sí que ocurren cosas. Quien hace lo que no debe es porque en su interior hay alguna zona en la que aparece el caos. Cuando el acto es grave, es porque el caos tiende a ser total. El acto injusto refuerza y hace más grande el caos. Con lo cual, el transgresor carga inmediatamente con la penitencia. A quienes llegan tan lejos, se les puede considerar prácticamente como irrecuperables. ¿Alguien cree que De Juana u Otegi puedan ser hombres de provecho algún día?
Elvira Lindo se refiere a unos niños de diez años. En estos casos, la sociedad tiene la obligación moral de intentar reinsertarles. ¿Si no lo consigue con ellos con quién lo va a hacer? Practicar la venganza, por otra parte, significa participar de las lacras de los verdugos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿A qué llamas hombres de provecho pedazo de fascista? ¿A aceptar que Euskadi es España porque lo dice la Constitución...Española? Pues no, y precisamente negarse a ello, aceptar un juego ya ganado, es lo que sigue alimentando a ETA.

Venga cultureta, razona un poco que te dedicas a repetir lo que dicen en la tele.
Agur

Vicente Torres dijo...

Anónimo: Tú mismo te has retratado. Tampoco lograrás ser una persona de provecho, puesto que te alineas con quienes no pueden serlo.