Milagrosa Martínez, la nueva presidenta de las Cortes Valencianas, ha recortado los sueldos de la Mesa de las Cortes y los de los portavoces de los grupos parlamentarios, entre los cuales lógicamente está el suyo propio. Con esta medida nos enteramos de que el anterior presidente, Julio de España, trataba de que los diputados estuvieran conformes con él mediante el uso del dinero de los ciudadanos. Él se asignaba a sí mismo grandes cantidades, por unos y otros conceptos, y los demás callaban a cambio de unos dispendios bastante menores. También son famosos los regalos de navidad, inconcebibles desde cualquier punto de vista, los viajes de los diputados, por cualquier motivo baladí, y las grandes comodidades de las que se han rodeado en las Cortes, muchas de ellas durante la presidencia del citado Julio de España. Este caballero fue presidente de las Cortes por la gracia de Camps, y no sabemos si lo puso y lo mantuvo porque entonces no había jurado el cargo con su propia Biblia. Ocurre que los demás partidos tampoco denunciaban el derroche, cogían el dinero, los regalos y se apuntaban a los viajes. Aprovechaban los ventajosos precios de la cafetería de las Cortes, subvencionados con el dinero de todos, y aparcaban gratuitamente en unos aparcamientos construidos con el dinero público. Veamos ahora la solvencia demostrada en los debates, la gran altura del pensamiento de sus señorías y la calidad de su oratoria. Sí es cierto que han protestado por otros supuestos, y mucho más grandes, derroches, pero por el momento, sin pruebas. Sobre esta falta de pruebas caben tres posibilidades. En primer lugar, puede que no las haya y, por tanto, que la acusación no sea cierta; en segundo lugar, puede que no las hayan encontrado por pereza; y en tercero, porque cabe la posibilidad de que nuestra democracia no proporcione a la oposición los suficientes medios y mecanismos legales para investigar al gobierno. A lo mejor resulta que los ciudadanos estamos costeando de nuestro bolsillo cosas que no funcionan como debieran.
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