Hay empeño en la actualidad, por parte de algunos sectores, en denigrar la figura pública de Jesús Neira. Lo que resulta más complicado es evitar que los hechos vayan demostrando que lo que expone en su libro ‘España sin democracia’ es cierto. Con respecto al Tribunal Constitucional dice que se coló en la Constitución furtivamente, hurtando el debate al pueblo.
Pero nuestra clase política, que probablemente no acepta las críticas, no se conforma con hacer una cosa mal, necesita hacer muchas más, así que procuró que el Tribunal estuviera totalmente politizado, con lo cual no tenía más remedio que quedarse atascado un día u otro. Y para terminarlo de arreglar, de estropear mejor dicho, el gobierno de Felipe González derogó en 1984 el recurso previo de inconstitucionalidad. Detrás de Felipe González han llegado otros que no han hecho nada para volver a recuperarlo, cosa que han aprovechado los políticos catalanes, y también los de otros lugares, para ir haciendo el camino que les interesa.
Tal es el respeto que inspira ese tribunal que todos, el presidente del gobierno, el ministro de Justicia, el presidente del gobierno catalán, etc., se permiten el lujo de presionarle. No se entiende que los componentes del Constitucional reciban las presiones sin rechistar. Si no tienen medios para hacerse respetar, deberían dimitir. ¿Cómo puede un tribunal presumir de independiente en estas condiciones? Claro que nuestra clase política no respeta a ningún tribunal de justicia, no es sólo el Constitucional el que tiene que soportar las impertinencias de los políticos. Lo que viene a dar la razón una vez más a Jesús Neira, puesto que no hay democracia en España, sino dictadura de partidos. Los políticos se saben por encima de los jueces.
Pero los miembros del Tribunal Constitucional saben que van a pasar a la historia y no parecen dispuestos a que su papel sea el más ridículo de los posibles.
Pero nuestra clase política, que probablemente no acepta las críticas, no se conforma con hacer una cosa mal, necesita hacer muchas más, así que procuró que el Tribunal estuviera totalmente politizado, con lo cual no tenía más remedio que quedarse atascado un día u otro. Y para terminarlo de arreglar, de estropear mejor dicho, el gobierno de Felipe González derogó en 1984 el recurso previo de inconstitucionalidad. Detrás de Felipe González han llegado otros que no han hecho nada para volver a recuperarlo, cosa que han aprovechado los políticos catalanes, y también los de otros lugares, para ir haciendo el camino que les interesa.
Tal es el respeto que inspira ese tribunal que todos, el presidente del gobierno, el ministro de Justicia, el presidente del gobierno catalán, etc., se permiten el lujo de presionarle. No se entiende que los componentes del Constitucional reciban las presiones sin rechistar. Si no tienen medios para hacerse respetar, deberían dimitir. ¿Cómo puede un tribunal presumir de independiente en estas condiciones? Claro que nuestra clase política no respeta a ningún tribunal de justicia, no es sólo el Constitucional el que tiene que soportar las impertinencias de los políticos. Lo que viene a dar la razón una vez más a Jesús Neira, puesto que no hay democracia en España, sino dictadura de partidos. Los políticos se saben por encima de los jueces.
Pero los miembros del Tribunal Constitucional saben que van a pasar a la historia y no parecen dispuestos a que su papel sea el más ridículo de los posibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario