Hay gente en situación dramática en España. Esto es sabido, pero conviene traerlo al primer plano, para que resalte con nitidez cuál es la prioridad de la clase política española. Hay personas que se han quedado en la calle, sin trabajo, porque sus empresas han tenido que cerrar. Y hay empresas que han tenido que cerrar porque la gente ha dejado de comprar sus productos o porque no cobra lo que les deben quienes han comprado y no han pagado.
Es decir, hay mucha gente en situación crítica, pero no por culpa ni imprevisión suya, sino a causa de la crisis. Y sí que debía haber previsto la crisis la clase política, pues esa es precisamente su misión y para eso se le paga. No es que no atinara a darse cuenta, porque no le interesaba, que la burbuja inmobiliaria tenía que estallar, es que cuando lo hizo les pillo totalmente a contrapié. Y en lugar de disculparse compungidos y ponerse a ahorrar todo lo posible por su parte, siguen como si la cosa no fuera con ellos, derrochando, malgastando, comiendo marisco a cuenta de los ciudadanos.
Y ahora, en plena crisis, y sabiendo que va para largo, se les ocurre nada menos que pedir traductores para el Senado. Con tal de no utilizar el castellano son capaces de no darle a una madre el dinero que necesita para alimentar a sus hijos. ¿O no les parece a quienes hacen esa petición que el dinero que costaría el sistema de traducciones podría tener un empleo más útil que ese? Poner traductores en el Senado, y más en estas circunstancias, es un ejercicio de maldad pura. Ningún político debería doblegarse y votar a favor por más que se lo ordenen. Pero es que además odiar a un idioma, sea el que sea, es una estupidez.
Es decir, hay mucha gente en situación crítica, pero no por culpa ni imprevisión suya, sino a causa de la crisis. Y sí que debía haber previsto la crisis la clase política, pues esa es precisamente su misión y para eso se le paga. No es que no atinara a darse cuenta, porque no le interesaba, que la burbuja inmobiliaria tenía que estallar, es que cuando lo hizo les pillo totalmente a contrapié. Y en lugar de disculparse compungidos y ponerse a ahorrar todo lo posible por su parte, siguen como si la cosa no fuera con ellos, derrochando, malgastando, comiendo marisco a cuenta de los ciudadanos.
Y ahora, en plena crisis, y sabiendo que va para largo, se les ocurre nada menos que pedir traductores para el Senado. Con tal de no utilizar el castellano son capaces de no darle a una madre el dinero que necesita para alimentar a sus hijos. ¿O no les parece a quienes hacen esa petición que el dinero que costaría el sistema de traducciones podría tener un empleo más útil que ese? Poner traductores en el Senado, y más en estas circunstancias, es un ejercicio de maldad pura. Ningún político debería doblegarse y votar a favor por más que se lo ordenen. Pero es que además odiar a un idioma, sea el que sea, es una estupidez.
1 comentario:
¿Quien dice que no ahorran? De momento la ley de dependencia ha quedado aparcada
Publicar un comentario