El mundo está lleno de políticos grandilocuentes, tanto que hasta ellos mismos parece que se crean sus delirios de grandeza. Pero no, a la hora de la verdad lo que mandan son las conveniencias. De ahí que haya tantos dictadores y tantos regímenes corruptos por el mundo. Siempre hay una excusa para justificar lo injustificable. El gobierno de Zapatero, por ejemplo, que tanta chulería mostraba con Bush, no se atreve a contradecir a Hugo Chávez.
Porfirio Lobo ganó unas elecciones democráticas, después de que Manuel Zelaya fuera depuesto por haber intentado una maniobra anticonstitucional. Lo correcto en este caso es darle un margen de confianza y brindarle el apoyo que precisa para poder gobernar su país y reforzar la vía democrática. Pero ocurre que Zelaya, para vergüenza de los hondureños, es un peón de Chávez y éste ha ordenado que se asfixie al gobierno de Porfirio Lobo, cosa que secundan los otros peones de que dispone en la zona, como Correa, para vergüenza de los ecuatorianos, Morales, para vergüenza de los bolivianos, y otros, como Ortega, Kirchner, Lula, etc. Con Chávez, casi todos los líderes latinoamericanos se tragan el orgullo. Y eso que es difícil encontrar alguien más zafio y grosero.
Debería ser Europa la que prestara al gobierno de Porfirio Lobo el respaldo que precisa, dado que el dinero que Chávez no emplea para mejorar la vida de los venezolanos se gasta, entre otras cosas, para fomentar las revueltas en los países que no están en su órbita. La falta de apoyos del presidente hondureño propicia que los partidarios de Zelaya le asedien, con la intención de propiciar la vuelta de Zelaya al gobierno, lo que sería funesto para todos. España debería liderar en Europa esa apuesta por el gobierno legal de Honduras. Pero no lo hace. Zapatero prefiere llevarse bien con ese Chávez que siempre está insultando a España y colaborando con etarras, antes que hacer lo que debe.
Porfirio Lobo ganó unas elecciones democráticas, después de que Manuel Zelaya fuera depuesto por haber intentado una maniobra anticonstitucional. Lo correcto en este caso es darle un margen de confianza y brindarle el apoyo que precisa para poder gobernar su país y reforzar la vía democrática. Pero ocurre que Zelaya, para vergüenza de los hondureños, es un peón de Chávez y éste ha ordenado que se asfixie al gobierno de Porfirio Lobo, cosa que secundan los otros peones de que dispone en la zona, como Correa, para vergüenza de los ecuatorianos, Morales, para vergüenza de los bolivianos, y otros, como Ortega, Kirchner, Lula, etc. Con Chávez, casi todos los líderes latinoamericanos se tragan el orgullo. Y eso que es difícil encontrar alguien más zafio y grosero.
Debería ser Europa la que prestara al gobierno de Porfirio Lobo el respaldo que precisa, dado que el dinero que Chávez no emplea para mejorar la vida de los venezolanos se gasta, entre otras cosas, para fomentar las revueltas en los países que no están en su órbita. La falta de apoyos del presidente hondureño propicia que los partidarios de Zelaya le asedien, con la intención de propiciar la vuelta de Zelaya al gobierno, lo que sería funesto para todos. España debería liderar en Europa esa apuesta por el gobierno legal de Honduras. Pero no lo hace. Zapatero prefiere llevarse bien con ese Chávez que siempre está insultando a España y colaborando con etarras, antes que hacer lo que debe.
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