Salvo El País, que da la impresión que ha leído todo el sumario, para los demás es imposible haberlo hecho, por lo que es muy difícil aventurar el alcance real del asunto, aunque se tiene una idea aproximada. Pero no está de más recordar que para Gustavo Bueno hay más corrupción en la ley del aborto de Bibiana Aído que en el caso Gürtel. Lo explica minuciosamente en su libro “El fundamentalismo democrático”; los interesados aplican la conocida técnica que consiste en ignorar lo que no se puede rebatir.
No se puede obviar, no obstante, que el caso Gürtel es gravísimo, sea el cual sea el resultado final para los políticos de los que se habla. Conviene recordar también que hubo hasta lo que los periodistas dieron en llamar “daño colateral”. Hay quien, por culpa del caso Gürtel, se vio obligado a dimitir de su cargo político, sin tener nada que ver, ni constar en las escuchas ni estar en el sumario. El caso es gravísimo, porque revela que el sistema político mediante el que se nos dijo que nos había dado la democracia ya no da más de sí. Lo difícil es que con este sistema no proliferen estos casos. En otros anteriores, los implicados se defendieron alegando que había hecho lo que veían hacer a su alrededor. En una dictadura de partidos, como la que padecemos, en la que la única vía que se les ofrece a los diputados es la obsecuencia hacia los superiores, pocos alicientes les quedan a los interesados. Si tener iniciativas propias o discrepar del líder es peligroso, pueden sentir la tentación de lanzarse al disfrute del poder . El caso Gürtel no es el episodio de la corrupción actual. Es uno más. La peor corrupción es la que se hace a la vista de todos y de forma legal. Es urgente atender a la sugerencia que hace Jesús Neira en su libro “España sin democracia” y reformar nuestro sistema político. Claro que en lugar de atender la sugerencia se puede lanzar la especie de que el mayor mérito del profesor consiste en haber recibido un puñetazo a traición, lo que equivale a ponerse de parte de su agresor.
No se puede obviar, no obstante, que el caso Gürtel es gravísimo, sea el cual sea el resultado final para los políticos de los que se habla. Conviene recordar también que hubo hasta lo que los periodistas dieron en llamar “daño colateral”. Hay quien, por culpa del caso Gürtel, se vio obligado a dimitir de su cargo político, sin tener nada que ver, ni constar en las escuchas ni estar en el sumario. El caso es gravísimo, porque revela que el sistema político mediante el que se nos dijo que nos había dado la democracia ya no da más de sí. Lo difícil es que con este sistema no proliferen estos casos. En otros anteriores, los implicados se defendieron alegando que había hecho lo que veían hacer a su alrededor. En una dictadura de partidos, como la que padecemos, en la que la única vía que se les ofrece a los diputados es la obsecuencia hacia los superiores, pocos alicientes les quedan a los interesados. Si tener iniciativas propias o discrepar del líder es peligroso, pueden sentir la tentación de lanzarse al disfrute del poder . El caso Gürtel no es el episodio de la corrupción actual. Es uno más. La peor corrupción es la que se hace a la vista de todos y de forma legal. Es urgente atender a la sugerencia que hace Jesús Neira en su libro “España sin democracia” y reformar nuestro sistema político. Claro que en lugar de atender la sugerencia se puede lanzar la especie de que el mayor mérito del profesor consiste en haber recibido un puñetazo a traición, lo que equivale a ponerse de parte de su agresor.
1 comentario:
Desgraciadamente así es. El foco esta puesto encima del PP, pero todos sabemos que todos los partidos se comportan como autenticas mafias que se han repartido las esquinas.
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