Tenemos unos políticos cuya capacidad autocrítica brilla por su ausencia. Siempre están pendientes de las encuestas, buscando el modo de revertir la situación si no les son favorables, pero no se paran a pensar en el daño que han hecho, en lo catastrófico de la situación actual.
Igual da que sean los nacionalistas vascos, que no sienten ninguna vergüenza por haber permitido tantas cosas a los etarras, que los catalanes, que ya se va viendo cómo se lo montaban alrededor de ese núcleo llamado Millet, o el endeudadísimo gobierno valenciano, cuyo líder, Camps, dio a conocer una nueva unidad de medida llamada “huevo”.
Lo de Pepiño Blanco es peor, porque forma parte del gobierno de España, cuyo presidente, Zapatero, es, aunque no lo haya dicho Anson, el peor de la democracia. Será difícil que quien lo sustituya lo haga bueno, como ha hecho él con los anteriores. Pepiño, que es algo así como el brazo armado de Zapatero, dicho de forma metafórica, porque su especialidad es la de dar golpes bajos. Es cierto que a veces tiene algún atisbo de nobleza, como cuando ocultó sus preferencias por Obama para no interferir en el ánimo de los electores estadounidenses, como contó él mismo en su blog.
Lo de subir los impuestos es peor que un golpe bajo. Cuando se habla de impuestos en España ya se sabe que sólo está implicada una parte de la población. Estos tipos siempre cargan contra la gente indefensa. No se les ha ocurrido reducir hasta límites tolerables el fraude fiscal, con lo que recaudarían mucho más que con la pretendida subida de impuestos. Tanta imaginación como tiene Pepiño para zaherir a sus rivales y qué poca manifiesta para combatir el citado fraude fiscal. Tampoco se ha visto que en lugar de ello se reúna con los presidentes autonómicos y les proponga la supresión de algunos organismos, como el Omnium Cultural, el Consejo Valenciano de Cultura, y similares. Todos juntos hacen un buen pico de dinero. Suficiente para que no sea necesario bajar los sueldos de los funcionarios.
'Poesía reunida'
'Ese modo que colma'
'La vida y poesía de Miguel Hernández contada a los niños'
'Red de mentiras'
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