El caso Tomás Gómez

La dirección del PSOE, fiel a la moda actual de hacer pasar las cosas por lo que no son, pretende hacer creer que las primarias, mediante las que se tendrá que resolver la pugna entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez, se llevarán a cabo porque este partido es más democrático que el PP.

Ojalá el PSOE fuera democrático, pero los partidos políticos españoles cada día acentúan más su conversión en oligarquías. Hasta hace poco, nadie se atrevía a contradecir a Zapatero, de ahí las barbaridades que ha llevado a cabo ante los aplausos unánimes de las gentes de su partido. Algo parecido ocurre en el PP. Rita Barberá, por ejemplo, ha destrozado dos barrios de Valencia por favorecer a un club de fútbol que es una sociedad anónima. Nadie de su partido se atrevió a decirle que eso es una barbaridad.

El caso es que Tomás Gómez iba haciendo su labor y de pronto aparece Zapatero y dice que no va a ser el candidato porque hay una opción mejor. ¿Y por qué esa opción es mejor? Pues porque lo dice él, Zapatero, y saca una encuesta, en la que pretendidamente se apoya, y todo eso piensa él que se ajusta al comportamiento democrático. Tomás Gómez ha salido bien librado, por ahora, del envite presidencial porque Zapatero, él solito y sin darse cuenta, que es lo más gracioso de todo, se va hundiendo en el lodazal y ya poco crédito le queda.

Es difícil adivinar cuál será el resultado final, pero lo que sí se sabe ya es que el juego limpio va a estar ausente en toda la función. Tratarán de vendernos pescado putrefacto y maloliente como si fuera fresco y del día. A tal fin, nos lo envolverán en papel de regalo, pero la sociedad española ya no cree en su clase política. Y lo que hace falta para salir de la crisis es confianza.

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