Franklin Brito, que estaba en huelga de hambre por haber sido desposeído de sus tierras, ha fallecido. Quizá Hugo Chávez y Fidel Castro se han telefoneado y han quedado en reunirse lo antes posible para celebrar que ya tienen algo más en común. Por su parte, los saltimbanquis que apoyan a los dictadores dirán que Franklin Brito era un delincuente, como es habitual en ellos.
Si Moratinos se acerca por allí, o sea, por Venezuela, adonde va mucho, ni se le ocurrirá preguntar por Brito, y si lo hace será para ver cómo puede ayudar a Chávez. No hay más que ver el trato que da a los presos cubanos que ha traído a España para darse cuenta. Hugo Chávez es un sujeto tan peligroso como cualquier otro que también esté aquejado de su megalomanía característica. Se ha atrevido, incluso, a profanar la tumba de Simón Bolívar. Es capaz de creer que tiene los mismos sueños y que está a la misma altura. No se ha enterado todavía de que en los tiempos que corren quienes lideran “democracias auténticas”, o sea, los dictadores van directamente al sumidero de la historia. Chávez, reiteran los malandrines, lo de “democracias auténticas” es uno de sus impagables inventos, se impuso en unas elecciones democráticas y en Venezuela hay voces discordantes y hay una oposición implacable -los escuálidos les llaman los chavistas-, pero más evidente es que Chávez trata por todos los medios de acallarlos y amedrentarlos. Hay barrios en Caracas en los que sólo pueden entrar los acérrimos partidarios del dictador. Los crímenes, tan en aumento, ni se persiguen. La jueza Afiuni está en la cárcel por haber tomado una decisión con arreglo a la ley, en lugar de preguntarle qué es lo que había que hacer. Moratinos tampoco ha preguntado por María Lourdes Afiuni. Descanse en paz Franklin Brito.
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