Rubalcaba es un calzonazos, pero no es porque haya ido a aplacar a Mohamed -que también-, ese caprichoso y dictatorial monarca que conjuga en su persona el cinismo y la crueldad. Es tan malo como Saddam Hussein. ¿En qué piensan los gringos? ¿En qué piensan los franceses? Dentro de poco tendrá que volver a Rabat, con regalos, Rubalcaba u otro.
Pero han sido sus declaraciones acerca de Tomás Gómez las que han venido a poner de relieve que la característica fundamental del ministro del Interior, al margen de otras cualidades que pueda tener, es que pertenece a esa funesta clase, creada y alimentada por los poderosos y que tanto daño hace a España, Cataluña y el País Vasco incluidos, compuesta por los aduladores. Llegada la democracia, debería haberse desactivado el mecanismo que les permite medrar, pero como fueron ellos quienes sentaron las bases del nuevo régimen, no se hizo.
Rubalcaba dice que Gómez debió apartarse porque lo manda el jefe. Y lo que ha dicho el jefe es que Trinidad Jiménez es mejor. No va a decir que es un capricho. Ahora bien, ¿por qué es mejor? Pues porque lo ha dicho él. A Mis Mundo la ha elegido un comité, no una persona. Y ahora está todo el aparato del partido apoyando a Jiménez frente a Gómez, y eso que presumen de las primarias porque, según ellos, son una prueba de que su partido es democrático.
Por su parte, Gómez no ha demostrado ser un candidato fiable, capaz de defenderse frente a los fuertes, sino que lo suyo ha sido más bien una pataleta de alguien que ha visto que después de hacer su trabajo lo desplazan para poner en su lugar a una enchufada. Pero Gómez sigue admirando y alabando a su líder, aunque éste sea alguien tan devaluado y poco fiable como Zapatero y le haya dado una soberana coz.
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