Narcís Serra, presidente de Caixa Catalunya, es un socialista que ocupó destacados cargos. Como él mismo explicó en cierta ocasión, el partido cada vez le encomendaba responsabilidades mayores y, por tanto, él estaba a disposición del partido. Como es sabido, su escalada política llegó hasta la vicepresidencia del gobierno de Felipe González. La marcha de Caixa Catalunya tampoco es muy boyante.
Son relativamente recientes aquellos demagógicos discursos de Felipe González con los que buscaba ganar a los pobres para su causa, porque una cosa es sentir las garras de la pobreza en el cuello y otra decir que se defiende a los pobres. No es probable que la estirpe de Felipe González conozca jamás la pobreza, ni tampoco se ha dicho que frecuente mucho el trato con los pobres.
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Narcís Serra fue su segundo de a bordo, o sea, el vicepresidente del gobierno, y mucho interés por los pobres no demuestra tampoco. No sólo es el presidente de una Caja de Ahorros, a cuyo cargo presumiblemente ha llegado a través de la política, pero sin ella a lo mejor también lo hubiera conseguido, puesto que capacidad maniobrera sí que ha demostrado, otra cosa es que la caja vaya bien, sino que además vive en una zona lujosa, dotada de fuertes medidas de seguridad. Nada de ello le ha impedido mover sus hilos para que el Estado se encargue de su seguridad. El costo de este servicio de protección para su persona se estima en 300 000 euros. Qué diferente es este trato del que recibió en su día Joseba Pagaza. Sólo por vergüenza, Narcís Serra no debió solicitar esa protección, teniendo en cuenta, además, que se la puede pagar de su bolsillo. No fue el partido socialista el responsable de que Pagaza se quedara sin protección, siendo que estaba tan amenazado, pero el hecho de que en sus circunstancias se la negaran debería motivarle a tener vergüenza a la hora de pedir la suya. Pero si esto no es suficiente, puede darse, Narcís Serra, una vuelta por donde viven los pobres.
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