Eso ha dicho Raúl Castro que, como todas las personas decentes saben, es un cruel y sanguinario dictador. Conviene precisar pues: En Cuba, sólo dos personas tienen la impunidad asegurada, Fidel y Raúl Castro. Cualquier otro puede pasar a ser considerado enemigo de la patria en menos que canta un gallo.
De la crueldad del tal Raúl Castro, o sea, de esa falta absoluta de sentimientos, ya supo Orlando Zapata. Algunos tipos, tan crueles como los Castro, le tildaron de delincuente. Buena señal para Orlando. Lo preocupante hubiera sido que estos infames personajes lo alabaran. Guillermo Fariñas estuvo a punto de correr la misma suerte que Zapata, pero los Castro se achantaron. Tuvieron miedo. La Iglesia Católica andaba por allí y es difícil saber en este caso quien fue antes si el huevo o la gallina. Pudo ser el régimen de los Castro el que urdiera el trato con la Iglesia, con tal de que pareciese que había sido al revés. También estaba Moratinos, al que se llamó luego, para terminar el arreglo. Bien está que se haya traído a unos cuantos disidentes a España, pero que luego no ponga en ridículo, una vez más, a nuestro país pidiendo privilegios para Cuba en la Unión Europea.
Los amigos de Moratinos, y de Zapatero, cuya especialidad, a falta de discurso coherente, consiste en zaherir a quienes se le oponen, son todos de corte dictatorial, Mohamed, Chávez, Morales, etc. Personalmente, pueden tener los amigos con los que se encuentren más a gusto, pero en el desempeño de sus responsabilidades políticas deberían ser más mirados con los ciudadanos a los que representan. Todos esos amigos suyos no nos han proporcionado más que vergüenza, gastos desorbitados y molestias sin cuento. Y lo más insufrible de todo es tanto Moratinos como Zapatero se empeñan en tomarnos el pelo. La dictadura de los Castro es atroz. ¡Libertad para Cuba!
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