Fueron bastantes los trabajadores que se mostraron inquietos ante la deriva que tomaban sus empresas en pleno auge de la burbuja inmobiliaria. Obviamente, no tenían ninguna culpa de que los responsables de sus empresas arriesgaran tanto en su intento de ganar más y más.
Hay que recordar que la clase política, especialmente la clase política que tenía que ver con la burbuja inmobiliaria, ministra de la Vivienda, consejeros autonómicos de la vivienda, concejalías de Urbanismo, estuvieron hasta el último momento en que fue posible, o sea, hasta que ni siquiera Zapatero pudo negar la crisis, fomentando la construcción y recomendando a los ciudadanos que compraran viviendas. Y estalló la burbuja y quienes pagaron las consecuencias fueron quienes menos culpa tenían. Los trabajadores, muchos de los cuales fueron despedidos; y los que se quedaron han de trabajar mucho más que antes, en el intento de no ser los elegidos en la próxima ronda de despidos.
No pagaron las consecuencias los políticos que fomentaban la burbuja, sin tener en cuenta que iba a explotar. Ellos sabrán por qué. Lo cierto es que la clase política, pese a que la Administración española es sumamente onerosa y de un tamaño desorbitado, ha eludido por completo la crisis. Tampoco han pagado las consecuencias los responsables de las entidades financieras que mandaban miles de folletos publicitarios tentando a sus destinatarios a endeudarse mucho más de lo aconsejable. La cuerda se rompió por el lado débil, como siempre. Y ahora los trabajadores están más desprotegidos que nunca y ahora encima se les trata de culpar de la crisis, por no encontrar trabajo. No se puede encontrar lo que no hay. La clase política y la clase empresarial se han volcado con el ladrillo. Olvidaron el I+D. Como consecuencia del desplome del negocio inmobiliario, ni siquiera es posible pensar en el autoempleo. Muchos pequeños negocios familiares que llevaban decenios funcionando tuvieron que cerrar.
Corbacho no quiere pagar a determinados parados. Corbacho aprieta más la soga puesta en torno al cuello de quienes menos culpa tienen.
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1 comentario:
A este tipo le conozco personalmente. He estrechado su mano innumerables veces y compartido copas y canapés.
Últimamente va diciendo que no le costaría nada hacer las maletas y volver... Actitud parecida al clan de la zeja que ahora abandona el barco cuando se hunde.
Me he preguntado el recibimiento que tendría... ¿Ganarán los lanzadores de tomates y huevos? ¿O se impondrán los serviles vasallos con sus aplausos de focas amaestradas?
Todavía no me he decidido porque las focas se reproducen pasmosamente.
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