Dice
el clásico que para saber la opinión que tiene Dios del dinero no
hay más que fijarse en a quienes se lo da. Pero si se deja a Dios
tranquilo en el cielo y se presta atención en lo que ocurre en el
suelo, la conclusión que se obtiene es que el dinero es egoísta y
cobarde. Por tanto, a la menor dificultad toma las de Villadiego.
Esto
es lo que, sin duda alguna, van a intentar hacer todos aquellos cuyos
ingresos van a sufrir un gravamen del 75 por ciento. No lo dijo un
clásico, sino el refranero español: el infierno está empedrado de
buenas intenciones. En España se vitorean las medidas que ha tomado
Hollande en Francia. Hay que esperar un tiempo a ver qué ocurre.
Ignoro
cómo se lo monta Hollande en Francia. En España, los primeros que
no soportarían esos tipos impositivos serían los políticos. No
sólo elaboran unas leyes que les favorecen, sino que sino que si por
un descuido de alguien es condenado algún político o financiero el
indulto llega de forma segura.
En
España, la clase política recorta a los trabajadores de forma
inmisericorde. Es como si obligaran a la gente a tirarse del avión
sin paracaídas. Pero ellos sí que se procuran paracaídas. Los
políticos, por regla general, cuando dejan la política, se colocan
bien. Quizá, eso indica que durante el ejercicio de la misma se han
trabajado el cargo.
No
sólo eso, sino que además se procuran buenos colchones. Rajoy no
abandona sus derechos al Registro de la Propiedad, al que de todos
modos no piensa volver. Es evidente que estos políticos nuestros
nos exigen sacrificios, pero ellos no los hacen. A Zapatero le
pagábamos hasta las vacaciones. Y se iba con cien personas.
El
problema de fondo es que el euro es una moneda común y que cada una
de las naciones que adoptado esta moneda tiene una política
diferente.
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