No
es que lo hayan hecho adrede, sino que llevados de su egoísmo se han
puesto a engordar sus carteras sin pensar en nada más. Y cuando no
había más remedio se han dado cuenta de que han armado un
desbarajuste de padre y señor mío y se han puesto manos a la obra
para que sean otros los que paguen los platos rotos.
Ya
está, lo han conseguido. Si los oligarcas miran hacia el pasado les
da la risa, de la cantidad de dinero que han ganado, y si miran hacia
el futuro lo hacen con optimismo.
Los
oligarcas tienen sus plumillas, que son los que tratan de
convencernos de que debemos aceptar las cosas como nos las presentan.
Uno que escribe 'arremangado' en lugar de remangado, nos dice que
como colectivo hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. De
modo que yo, que llevo tiempo sin votar, porque creo que este sistema
político favorece a las oligarquías, soy culpable de que se hayan
hecho muchos más aeropuertos de los necesarios, más puertos
deportivos de lo que sería prudente, más autovías de las que el
tránsito rodado demandaba, más líneas de AVE de las que podemos
pagar y así sucesivamente. También tengo la culpa de que bancos y
cajas de ahorros se lanzaran desenfrenadamente a financiar
promociones inmobiliarias. Y por ahí podría seguir.
No
es que tenga la culpa, sino que me la adjudican y una vez adjudicada
ya se sienten moralmente capaces de hacérmela pagar.
Y
quizá sea este el momento en el que recuerdo a esos que miran de
arriba abajo, porque si los pelotas se rebajan ante unos es para
poder crecerse ante los demás. Pero los de abajo tenemos un recurso
frente a esto. Lo explicó Novalis: Cuando veas a un gigante, examina
antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un pigmeo.
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