En
los tiempos que corren los políticos están muy devaluados.
Cualquiera piensa que los ministros se lo pasan muy mal, puesto que
decenas de miles de personas los maldicen cada día. Y sin embargo,
Pepiño añora el tiempo en que fue ministro, de modo que quiere
volver a la política.
Una
vez más queda constancia de que en el sistema político español con
que nos obsequiaron los que, pomposamente, se autodenominan padres de
la Constitución sólo medran los irresponsables maniobreros. Ninguno
de los políticos españoles se siente responsable de la catastrófica
situación en la que estamos inmersos. Esto sólo es posible en el
caso de el político en cuestión (cada uno de ellos en este caso),
se olvida de los ciudadanos a los que representa y por los que
teóricamente trabaja y se centra únicamente en sus propios
intereses personales.
En
el caso del anterior ministro de Fomento, el asunto no es reírse del
fava de Pepiño, que ocultó sus preferencias por Obama, en las
primarias en que compitió con Hillary Clinton, para no influir en el
electorado estadounidense, como dejó dicho en su propio blog y
recogieron otros.
Se
ha dado a conocer estos días que, como ministro, gastó dieciocho
millones y medio de euros en unos trenes que no sirven en España y
el ministerio, abocado irremisiblemente a pagar, está intentando
revenderlos. La compra la hizo el tal Pepiño en abril de 2011, o
sea, cuando ya se habían suicidado unos cuantos por culpa de la
crisis. Me refiero a los suicidios, cuyo índice aumentó con la
crisis, para que se vea lo dramático de la situación y que, no
obstante, le resbala, como demuestra el hecho de que se gastara tan
alegremente ese dinero de todos y que ahora, en lugar de sentirse
responsable, pretenda volver a la política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario