Pero
no es porque se sientan poetas y les guste la rima, sino porque se le
vincula con una trama de influencias. Posiblemente, no pasará nada.
Un ciudadano español está acostumbrado a que quienes tienen poder
no pasen del grado de sospechosos. Si por casualidad uno de ellos es
condenado, como ocurrió en el caso de Alfredo Sáenz, se le indulta
y a otra cosa.
Me
doy cuenta de que todavía no he dicho quién es el tal Oriol, aunque
quizá no haga falta que lo diga, porque todos lo habrán adivinado.
Es Oriol Pujol, el hijo de Jordi Pujol, al que algunos osan catalogar
como estadista. Hay que tener ganas.
Jordi
Pujol jamás habla de Banca Catalana. Si se pone en Google Jordi
Pujol+Banca Catalana, no aparecen declaraciones recientes suyas. Y
creo que antiguas tampoco. Como si no hubiera tenido nada que ver. En
cualquier caso, es un asunto olvidado para él. Y sin embargo, con
Banca Catalana, se arruinaron muchos catalanes. Se conoce que a Jordi
Pujol le interesa más Cataluña que los catalanes.
Creo
que fue cuando Maragall dijo aquello del tres por ciento, que Pujol
contestó con aquello de “nos podemos hacer mucho daño todos”. Y
nadie se puso a investigar, ni lo de Maragall, ni lo de Pujol. Los
políticos corrieron un tupido velo y los jueces o fiscales ni se
molestaron. El ciudadano, en España, es quien paga la factura, pero
sin derecho a nada. Si hay indicios de que se hacen cosas no santas
con su dinero, no hay nadie que verifique lo sucedido para que se
quede tranquilo. Al contrario, se le hace ver que no tiene más
remedio que seguir pagando.
Hay
otra de este “estadista” que fue Pujol. Según confesó María
Consuelo Reyna en una entrevista concedida al diario Levante-EMV, le
ofreció el oro y el moro a Xavier Casp para que éste abrazara la
causa catalanista. Esto es corrupción.
Zumosol
es el hijo, pero de casta le viene al galgo.
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