viernes, 22 de febrero de 2013

Día Internacional de la Lengua Materna

Por supuesto que no tengo nada en contra de la lengua materna. Me parece muy bien que se protejan las lenguas minoritarias y que se incentiven su estudio y su uso.
Lo que ocurre es que algunos se pasan de la raya y confunden el derecho moral a estimular y defender con el de obligar, sobre todo si gozan de mando en plaza. El infierno está empedrado de buenas intenciones y cuando a la gente que le gusta mandar, y ha logrado encaramarse a un lugar en el que puede hacerlo, se le da una coartada ya tenemos la catástrofe a la vista.
Todo el mundo sabe que Camilo José Cela era gallego. Los había incluso que eso era lo único que sabían de él. De modo que cuando en España se instauró el Estado de las Autonomías comenzó a propagarse una fiebre, porque la idioteces se contagian muy fácilmente. Y a un periodista le dio por entrevistar a Cela, pero con el definido objetivo de sacar a relucir la lengua gallega. Y comenzó a hacerle preguntas en ese sentido y el escritor, que lo veía venir, a torearlo sin miramientos. Y llegó el momento en que el periodista creyó que lo iba a empitonar sin remedio, puesto que esta vez no se lo podría quitar de encima con un capotazo. ¿Pero, cuál es su lengua materna?, le espetó. El inglés, respondió el premio Nobel.
A los valencianos se nos ha dicho que nuestra lengua materna es el catalán, y nosotros sin saberlo. No sólo nos han dicho eso, sino que además nos han puesto una Academia Valenciana de la Lengua, que bien cara nos cuesta, ¡con poder normativo! No queríamos saber que nuestra lengua es la catalana, pero nos obligan a obedecer.
Incluso nos dicen que debemos usarla. ¡Ah!, los guardianes de lo políticamente correcto. Al final se creerán con derecho a decirnos hasta a qué horas hemos de ir al baño.

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