En
lo que se refiere a esta crisis que se está llevando por delante
tantas ilusiones y tanta gente los principales culpables están
identificados: son los oligarcas financieros y políticos. También
se les conoce como 'clases extractivas'.
Poco
se habla, en cambio, del estado de opinión general que permite que
esas clases extractivas campen a sus anchas. En un país en el que
imperaran la lógica y el sentido común no se hubieran podido llevar
a cabo las tropelías que nos han sumido en tan triste situación.
Hay
que decirlo claramente: es la estupidez general la que permite que
unos cuantos sean más ricos cada día, mientras la mayoría se
empobrece a un ritmo galopante.
Una
de las pruebas de esa estupidez general la proporciona el dato de que
el futbolista, o ex futbolista, Salva Ballesta no ha sido contratado
por el Celta de Vigo porque se siente español.
Es
pecado sentirse español, pero no lo es sentirse vasco, gallego o
francés. El asunto es grotesco. Hemos llegado a un punto en el que
nadie se avergüenza de nada, ni se siente responsable de nada. Se
veta a una persona, alegando un motivo descabellado, sin que al
mismo tiempo surja la duda de si se ha hecho bien o se ha hecho mal.
¿Qué más da?, parecen pensar quienes le han vetado. Puesto que
pueden hacerlo, se creen con derecho a hacerlo, esté bien o esté
mal, sea una estupidez o una aberración como la copa de un pino.
Al
mismo tiempo, la gente se cree demócrata, porque, al parecer,
piensan que la democracia consiste en hacer lo que a uno le da la
gana, no lo que debe hacer.
Las
responsabilidades se les asignan a unos cuantos, a los que se ha
señalado como malos. Los cómplices necesarios de esos malos no se
sienten culpables de nada.
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