En
las últimas horas he recibido varias peticiones para que firme un
documento en el que se pide la dimisión de Rajoy.
No
lo voy a firmar, pero no porque apoye a Rajoy, al que ya criticaba
antes de que fuera presidente, sino porque quienes me piden que firme
no hacen lo mismo cuando el escándalo procede de otros partidos.
Es
el PP el partido contra el que se vuelca toda la iracundia, y yo no
estoy a favor ni del PP ni de la iracundia.
Estoy
a favor de que de una vez por todas se instaure la democracia en
España y que los jueces tengan absoluta libertad y los medios que
necesitan para investigar todo lo que sea necesario y metan en la
cárcel a los delincuentes.
Dicho
lo anterior, reconozco que tengo algunas dudas inquietantes. Parece
ser que la letra de los documentos que pululan por Internet es de
Bárcenas. Creo que si es él quien los ha difundido, en cuanto
comiencen a ponerle querellas, no tendrá más remedio que demostrar,
si puede, que esos apuntes se corresponden con la realidad.
En
el caso de que no sea él quien ha difundido esos manuscritos, creo
que en principio su responsabilidad es menor. Cada cual puede apuntar
en un papel lo quiera. Pero habría que justificar por qué la
persona que los difundido los tenía en su poder. Puede haberlos
robado. Si los tuviera porque se los dio el propio Bárcenas,
supongo que la responsabilidad volvería a éste. Habría que
dilucidar por qué los difundió.
La
sombra de Marino Barbero puede estar planeando sobre los jueces. Lo
que les ocurrió a Marino Barbero y a Alonso Puerta quizá sirvan
para explicar la actualidad nacional.
El
asunto Bárcenas puede queda en nada penalmente. En otro orden de
cosas, aunque el foco esté en el PP, afecta a toda la clase
política.
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