El
BBVA es un banco que se ha involucrado en el ladrillo como los demás,
dicho esto en términos generales. O sea, que se expuso más de lo
que debía.
Lo
que ocurre es que este banco, cuyo tamaño es excesivo, tiene mucho
negocio en el extranjero, cosa que le permite sortear la crisis mejor
que otros bancos cuyo negocio está total o casi totalmente en
España.
Bien
mirado, la responsabilidad de los bancos grandes es mayor, porque con
su actitud pudieron arrastrar a otros bancos, que no contaban con ese
colchón citado anteriormente.
Y
ahora sale diciendo el presidente del BBVA que los banqueros
imprudentes asuman responsabilidades. Y pide que se eliminen bancos y
lanza indirectas a otros.
Qué
poco piensa en la gente y cuánto en sí mismo y en los intereses de
su banco. El sistema ha fallado claramente, pero eso, dado que
preside un banco de tan gran tamaño, debería haberlo dicho antes.
Su banco, además, disponía de suficientes medios para prever la
crisis que nos cayó encima después, de la que ya no saldremos
plenamente hasta que no se lleven a cabo los cambios políticos que
demanda la situación. Si no se llevan a cabo esos cambios, saldremos
de la crisis, pero saldremos mal. Algunos están ganando más dinero
que antes de la crisis, pero en términos generales la población
saldrá perdiendo mucho. Y eso debe de saberlo él y se lo calla.
A
los poderosos les resulta muy fácil decir lo que se les ocurre,
porque luego, hayan dicho lo que hayan dicho, se les aplaude mucho.
Pero si pierden el poder, una vez que los demás hayan constatado que
esa pérdida es irreversible, por muy puesto en razón que esté lo
digan, ya no les se les suele hacer caso.
La
exposición del BBVA al riesgo inmobiliario es más de 25000 millones
de euros, por tanto, este señor debió callar.
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