Se
anuncia que el FROB interpondrá siete querellas, en la Audiencia
Nacional, contra los directivos del Banco de Valencia que llevaron a
esta entidad a la quiebra y también contra varios empresarios.
En
estas querellas, según los medios, cobra un protagonismo casi
absoluto Domingo Parra y no se menciona a José Luis Olivas. Da la
impresión de que el primero es el chivo expiatorio. Alegan que los
demás no se enteraban de nada y que él hacía lo que quería y que
no daba toda la información.
Estas
excusas parecen ridículas. Los componentes del Consejo de
Administración tenían la obligación de enterarse de todo. Y
cobraban por ello. Si ahora dicen que no se enteraban, eso no debería
ser un eximente, como pretenden ellos, sino un agravante.
Quizá,
José Luis Olivas tenga muchos amigos en el PP, partido que gobierna
en la Comunidad Valenciana y en España, de otro modo no se entiende
que pueda quedar al margen de todo. Debió de sentirse muy fuerte o
muy arropado cuando, ya en Bankia, desafió a Rodrigo Rato, que montó
en cólera y como consecuencia dejó caer al Banco de Valencia, y a
partir de ese momento el valor de sus acciones comenzó a
desplomarse.
El
máximo dignatario de la entidad no debería poder desentenderse de
lo ocurrido, con la excusa de que el Consejero Delegado gestionaba el
banco de forma personal.
El
presidente es el máximo responsable de todo, incluso de lo que no se
entera. En el caso de José Luis Olivas, además, se da la
circunstancia de que las dos entidades que ha dirigido, que
funcionaban muy bien antes de que se hiciera cargo de ellas, fueron a
pique. En el Banco de Valencia, concretamente, ya estaba Domingo
Parra cuando llegó él.
En
Bancaja había un director general, al que destituyó, quizá porque
le plantó cara en algún asunto.
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