sábado, 9 de febrero de 2013

Juan Rosell

Más o menos, hay una vaga idea sobre los motivos por los que se le ha dado a Juan Rosell el cargo que ostenta. Cosas de los oligarcas. Ya se sabe que éstos no buscan el bien común, sino el suyo propio, o sea, el común, pero de los oligarcas sólo.
Los oligarcas. A lo mejor tienen mayordomo. Al menos, algunos de ellos. El mayordomo puede vestir el uniforme que le han puesto, guantes y zapatos de reglamento. El mayordomo le puede decir a su amo: Don Pascual, o como se llame, aquí tiene esto. Don Pascual, no olvide aquello; Don Pascual, espere que le quite esta mota de polvo.
Probablemente, el mayordomo hace la declaración de la renta, porque no tiene más remedio, y paga lo que le toca. Y cabe la posibilidad de que Don Pascual sea uno de los grandes defraudadores a Hacienda. He aquí pues que el español honrado ha de doblarse ante el delincuente y quizá lleva tanto tiempo en esta situación que ya no le queda ninguna esperanza de que un día cambie.
¡Ah!, el fraude fiscal de los oligarcas. ¡Cuántas cosas se podrían hacer si no existiera! Pero existe. Es de común dominio que existe. Y ahí está. Los oligarcas, tranquilos. A lo mejor se saca a relucir para que les dé vergüenza y paguen lo que lo que les corresponde. Para que les dé vergüenza. Puede ocurrir que en lugar de tener vergüenza, pretendan dar lecciones, y algunos corran a tomar nota.
Yo no sé lo que ha dicho Juan Rosell últimamente, y ni siquiera sé si ha dicho algo. ¿Será importante? ¿Merece la pena que se le haga caso? Quizá sea una sandez como la copa de un pino, dicha con la intención de provocar y atemorizar.
Una de las reformas que resultan más urgentes en España es la de quitar prerrogativas a los oligarcas.

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