jueves, 14 de febrero de 2013

Los animales no pueden tener derechos

Dice Toni Cantó, en un discurso brillante, que los animales no tienen derechos, puesto que sólo los seres humanos los tienen, pero que por respeto a la propia dignidad humana hay que tratarlos del mejor modo que sea posible y los guardianes de lo políticamente correcto se le han lanzado a la yugular: ¿Cómo que los animales no tienen derechos?
Confieso que como carne, no mucha, porque me gusta más la verdura, y los vegetales también son seres vivos, pero algo de carne sí como. Y de pescado. ¿Por qué no tendría que comer carne? ¿Es que las ratas no me comerían a mí si pudieran? O los cerdos, ¿dejarían algo de mí? Por cierto, ¿qué derechos tienen las ratas?
Mi Yorkshire, cuando vivía, corría a esconderse debajo de la cama en cuando oía el vuelo de un mosquito. Yo debía matarlo para que ella respirase tranquila y volviese a la vida. ¿O es que yo hacía mal? ¿Qué derecho debía prevalecer, el de mi perra o el del mosquito? Sólo falta que ahora me llamen partidista por preferir mi perra al mosquito.
A los mosquitos los mataba por mi perra, pero un día vi una cucaracha en la escalera y la maté de un pisotón, no por mi perra, ni por nadie, sino sencillamente porque obedecí a un impulso primario. Y ahora que lo pienso, a lo mejor ofendí los sentimientos de los defensores de los animales. Es posible, incluso, que exista un movimiento titulado “Por la prohibición de las matanzas de cucarachas”. No me extrañaría, porque creo que se llevan a cabo fumigaciones masivas, con el fin de exterminar por completo a este animal, cosa que por el momento no se ha conseguido.
Pero hay cosas que me chocan. Una vez vi a un defensor de los animales disfrutando con el foie gras. ¡Ah! Y a otro, comiéndose una langosta que había sido cocida viva.
Se conoce que la norma de lo políticamente correcto es flexible.

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