Muchos
titulares de prensa dicen que el PSC romperá con la disciplina de
voto y la primera intención es aplaudir. ¡Por fin hay diputados que
van a votar lo que les venga en gana!
Pero
no es así. No son los diputados los que van a romper la disciplina
de voto, sino el PSC. Es decir, los diputados del PSC votarán todos
lo que les manden.
No
me extraña la decadencia de España. Un país de pelotas, de
chaqueteros, de sumisos. La casta política lleva el compás. Estos
tipos, nuestros políticos, alardean de su capacidad de sacrificio
por el pueblo, de sus deseos de favorecer a los ciudadanos, de sus
desvelos por conseguir esto, y se quejan de lo mal pagados que están
y de la mala fama que tienen, tan inmerecida, aducen. Y, sin embargo,
todos votan lo que les manda el jefe. ¡Ah! O sea, que, en realidad,
miran por su bolsillo. ¿Por qué sino entonces se dejan colgada en
el perchero su dignidad cuando acuden a votar? ¿Por qué se queja
alguien de que se vayan todos al bar cuando habla éste, ese o aquél?
¿Qué más da que estén en sus poltronas o no si ya se sabe lo que
van a votar luego? Ellos están en sus sitios cuando les mandan que
estén, porque habla el jefe, y hay que aplaudirle, o el rival, y hay
que abuchearle. Todo lo que hacen en sus escaños tiene una
finalidad, que no es otra que ganarse la confianza y la amistad del
jefe, para que los vuelva a colocar en las listas cuando toque
hacerlas de nuevo.
Así
pues, España, en lo que a la política se refiere, sigue siendo un
lodazal. Y los que votan a esos partidos tan poco democráticos lo
que hacen es contribuir a que éste se siga engrandeciendo.
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