Acaso he comentado alguna vez, aunque no estoy seguro de ello, que hay columnistas que demuestran mucha agudeza cuando critican a los contrarios; pero a veces no tienen más remedio que defender algo de los propios y cuando ocurre eso es porque lo que han de defender es algo que está muy mal; no obstante, escriben su artículo, porque no tienen más remedio, y hacen el ridículo.
También ocurre con los catalanes, que hacen gala de una gran capacidad crítica y de poseer grandes dotes de observación cuando se refieren a Zapatero o Rajoy, pero no saben encontrar ningún defecto a los que gobiernan en su tierra.
Diríase que cada uno, desde su trinchera, busca los puntos flacos de quienes están en su punto de mira y los ataca. Y de este juego, en el que no faltan, como ya digo, artículos estupendos, sobresale de pronto el director de la SER, Daniel Anido, que ha dado en dictaminar que algunos de los que están en la otra trinchera se han pasado de la raya y sin más preámbulos los ha puesto ante el paredón y ha disparado. La munición empleada ha sido de gran calibre y abundante, daría para llenar un saco.
La galería se ha puesto a aplaudir, enardecida, y eso era todo lo que buscaba el susodicho. No se ha molestado en hacer ningún análisis de las circunstancias o de los motivos que han dado lugar a ese estado de cosas. Ningún aporte positivo ha figurado en sus pretensiones, como no sea el de figurar en el Guiness por haber conseguido meter más improperios que nadie en un solo artículo.
Presumo que los fusilados gozan de muy buena salud. No me extrañaría que alguno de ellos, o todos, no hubiera podido contener la risa al leer el artículo. La munición empleada contra ellos, es gruesa pero hueca, por lo que debe de haber explotado antes de llegar a su destino. Los enemigos deben servir para algo. Cuando son buenos, resultan irremplazables en la tarea de señalar los propios errores, para corregirlos. Cuando no sirven ni para eso, es que no sirven para nada.
También ocurre con los catalanes, que hacen gala de una gran capacidad crítica y de poseer grandes dotes de observación cuando se refieren a Zapatero o Rajoy, pero no saben encontrar ningún defecto a los que gobiernan en su tierra.
Diríase que cada uno, desde su trinchera, busca los puntos flacos de quienes están en su punto de mira y los ataca. Y de este juego, en el que no faltan, como ya digo, artículos estupendos, sobresale de pronto el director de la SER, Daniel Anido, que ha dado en dictaminar que algunos de los que están en la otra trinchera se han pasado de la raya y sin más preámbulos los ha puesto ante el paredón y ha disparado. La munición empleada ha sido de gran calibre y abundante, daría para llenar un saco.
La galería se ha puesto a aplaudir, enardecida, y eso era todo lo que buscaba el susodicho. No se ha molestado en hacer ningún análisis de las circunstancias o de los motivos que han dado lugar a ese estado de cosas. Ningún aporte positivo ha figurado en sus pretensiones, como no sea el de figurar en el Guiness por haber conseguido meter más improperios que nadie en un solo artículo.
Presumo que los fusilados gozan de muy buena salud. No me extrañaría que alguno de ellos, o todos, no hubiera podido contener la risa al leer el artículo. La munición empleada contra ellos, es gruesa pero hueca, por lo que debe de haber explotado antes de llegar a su destino. Los enemigos deben servir para algo. Cuando son buenos, resultan irremplazables en la tarea de señalar los propios errores, para corregirlos. Cuando no sirven ni para eso, es que no sirven para nada.
1 comentario:
muy interesante , si fuese cierto.
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