Es elevado el número de personas que se abona a una causa. Pertenecen a todos los sectores sociales y religiosos. Ocurre porque abrazar una causa proporciona mucha tranquilidad moral, el interesado no tiene el porqué indagar en su conciencia. Se siente quien lo hace investido de superioridad moral sobre quienes no comulgan con sus ideas. Pero si luego se indaga sobre ellos, puede verse que no les afecta en absoluto el sufrimiento ajeno; son incapaces de mover un dedo por lo demás, salvo que se trate de alguien muy próximo; cuando regalan algo, siempre es porque han recogido o esperan recoger algo a cambio, suelen calcular al milímetro estos detalles; si conocen a alguien que suele repartir los favores sin más preocupación, lo tildan despectivamente de buenazo.
Es gracias a este fervor por la causa por lo que han podido medrar la Inquisición y la dictaduras de toda laya. Los adictos a la causa siempre saben encontrar justificaciones al hecho de que otras personas sean encarceladas, torturadas o asesinadas. La causa está por encima de tantas cosas… ¿Qué será una gota de agua en el océano? Quizá digan lo contrario, pero su modo de proceder, por acción u omisión, demuestra que para ellos el fin justifica los medios. Por otro lado, están convencidos que a ellos nunca les va a ocurrir lo que a los pobres infelices que han caído en desgracia. Ellos andan por la senda buena. Esta última razón, aunque no la digan, es la que más les convence.
El gobierno cubano actual permite algunas cosas que los cubanos tenían prohibidas. Es decir, un gobierno se permite el lujo de prohibir a unos ciudadanos, de cuyo trabajo vive, el disfrute de ciertas comodidades o lujos, si se les quiere llamar así. Quienes han estado defendiendo y alabando al régimen cubano y encontrando excusas de todo tipo para sus desmanes, no se inmutan. ¿Por qué iban a hacerlo? Ellos quieren el bien de la humanidad, lo mismo que Fidel Castro. Poco les importan las víctimas del sátrapa. Ni la crueldad con quienes se han visto obligados a abandonar su país, a quienes se trata de desplumar y se insulta.
Es gracias a este fervor por la causa por lo que han podido medrar la Inquisición y la dictaduras de toda laya. Los adictos a la causa siempre saben encontrar justificaciones al hecho de que otras personas sean encarceladas, torturadas o asesinadas. La causa está por encima de tantas cosas… ¿Qué será una gota de agua en el océano? Quizá digan lo contrario, pero su modo de proceder, por acción u omisión, demuestra que para ellos el fin justifica los medios. Por otro lado, están convencidos que a ellos nunca les va a ocurrir lo que a los pobres infelices que han caído en desgracia. Ellos andan por la senda buena. Esta última razón, aunque no la digan, es la que más les convence.
El gobierno cubano actual permite algunas cosas que los cubanos tenían prohibidas. Es decir, un gobierno se permite el lujo de prohibir a unos ciudadanos, de cuyo trabajo vive, el disfrute de ciertas comodidades o lujos, si se les quiere llamar así. Quienes han estado defendiendo y alabando al régimen cubano y encontrando excusas de todo tipo para sus desmanes, no se inmutan. ¿Por qué iban a hacerlo? Ellos quieren el bien de la humanidad, lo mismo que Fidel Castro. Poco les importan las víctimas del sátrapa. Ni la crueldad con quienes se han visto obligados a abandonar su país, a quienes se trata de desplumar y se insulta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario