Las formas de reaccionar en internet ante los insultos son variadas. Yo no suelo hacer demasiado caso. Los improperios no matan, aunque se les nota la intención. El mundo ideal no existe, así que hay que hacerse el ánimo.
Hace poco me referí a una entrevista que concedió el cocinero Karlos Arguiñano. Mi primer propósito fue el de homenajear a Rafa Marí, el periodista que la firma y que con gran habilidad supo hacer que el personaje mostrase sus carencias sin percatarse de ello. Tampoco quise que pareciera que el entrevistador buscaba ese resultado, cosa que desconozco y que probablemente no es así.
Pero a algunos amigos o admiradores de Arguiñano no les sentó bien lo que escribí. Si hubieran ponderado bien las cosas, probablemente hubieran reaccionado de otro modo. Arguiñano es un personaje público que concedió una entrevista y ambas cosas pueden ser merecedoras de crítica o análisis. Curiosamente, lo más grave que figura en mi escrito sobre el personaje fue pasado por alto por sus admiradores. Es la opinión del crítico gastronómico, García Santos, sobre él, como cocinero. Como en la entrevista, se atrevió a dar consejos nutricionales, me permití resaltar la endeblez de los mismos. La variación en la comida es buena, pero con ella no basta para tener una alimentación adecuada.
Pero en donde el entrevistado vino a demostrar la endeblez de sus planteamientos fue cuando se le dio a elegir entre Rajoy, Zapatero e Ibarretxe. Como es lógico suponer, a mí me da lo mismo que prefiera a Zapatero o a Rajoy; incluso a Ibarretxe. Lo que chirría es la manera de contestar. Como es rojillo, prefiere a Ibarretxe y a Zapatero. ¿Qué tiene Ibarretxe de rojillo? Sin olvidar el adorno previo: es rojillo a pesar de que ha ganado mucho dinero. Un poco más y le ponemos un altar junto a Setién.
Rafa Marí no tiene la culpa de que demostrara ser un personaje acomodaticio, al que lo que más le interesa es caer bien y ganar dinero con ello. El mérito del periodista consistió en conseguir que se reflejara tal cual es.
Hace poco me referí a una entrevista que concedió el cocinero Karlos Arguiñano. Mi primer propósito fue el de homenajear a Rafa Marí, el periodista que la firma y que con gran habilidad supo hacer que el personaje mostrase sus carencias sin percatarse de ello. Tampoco quise que pareciera que el entrevistador buscaba ese resultado, cosa que desconozco y que probablemente no es así.
Pero a algunos amigos o admiradores de Arguiñano no les sentó bien lo que escribí. Si hubieran ponderado bien las cosas, probablemente hubieran reaccionado de otro modo. Arguiñano es un personaje público que concedió una entrevista y ambas cosas pueden ser merecedoras de crítica o análisis. Curiosamente, lo más grave que figura en mi escrito sobre el personaje fue pasado por alto por sus admiradores. Es la opinión del crítico gastronómico, García Santos, sobre él, como cocinero. Como en la entrevista, se atrevió a dar consejos nutricionales, me permití resaltar la endeblez de los mismos. La variación en la comida es buena, pero con ella no basta para tener una alimentación adecuada.
Pero en donde el entrevistado vino a demostrar la endeblez de sus planteamientos fue cuando se le dio a elegir entre Rajoy, Zapatero e Ibarretxe. Como es lógico suponer, a mí me da lo mismo que prefiera a Zapatero o a Rajoy; incluso a Ibarretxe. Lo que chirría es la manera de contestar. Como es rojillo, prefiere a Ibarretxe y a Zapatero. ¿Qué tiene Ibarretxe de rojillo? Sin olvidar el adorno previo: es rojillo a pesar de que ha ganado mucho dinero. Un poco más y le ponemos un altar junto a Setién.
Rafa Marí no tiene la culpa de que demostrara ser un personaje acomodaticio, al que lo que más le interesa es caer bien y ganar dinero con ello. El mérito del periodista consistió en conseguir que se reflejara tal cual es.
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