El comportamiento actual de diversos sectores del PP viene a explicar el funcionamiento del partido durante los tiempos anteriores a las elecciones. Debió de resultar especialmente frustrante para Rajoy presentir que podía ganarlas y al mismo tiempo que para ello debía de hacer cambios en su equipo. Él mismo, al anunciar que continuaba, dijo que lo haría con su propio equipo. En realidad, el equipo anterior debió haber dimitido en bloque, para que Rajoy eligiera a las personas que considerase conveniente. Se aferraron a sus cargos, mirando por su propio interés y no por el de España y ni siquiera por el de su partido, lo mismo que los discrepantes de ahora.
El problema no es propio del Partido Popular, sino que procede del sistema electoral español, con sus listas cerradas. Un diputado puede trabajar mucho y bien durante la legislatura y que su trabajo al final no sirva de nada, puesto que el líder del partido decida colocar a otro en las listas. Hay políticos a los que nunca se les ha visto hacer nada, aparte de disparar desde la trinchera, a los que se promociona y se procura que salgan mucho en la prensa. Del que no interesa, sea cual sea el trabajo que ha hecho en el partido, puede que se divulguen sus trapos sucios, si los tiene o se le encuentran.
Mientras no se solucionen estas cuestiones, las tensiones internas habrá que entenderlas siempre como luchas por el poder totalmente ajenas a los intereses generales.
Tan tensas parece que están las cosas en el Partido Popular que Rajoy pensó en presentar la dimisión, acaso porque no contaba con lograr los apoyos necesarios para seguir. Y quizá porque hay otros a los que interesa ganar tiempo para situarse mejor, los encontró de inmediato y decidió seguir, pero eso sí, con su propio equipo. Quienes han visto desbaratados sus planes lanzan el órdago. Podría ser que la victoria final, dentro de unos años, se la llevase quien menos se esperan.
El problema no es propio del Partido Popular, sino que procede del sistema electoral español, con sus listas cerradas. Un diputado puede trabajar mucho y bien durante la legislatura y que su trabajo al final no sirva de nada, puesto que el líder del partido decida colocar a otro en las listas. Hay políticos a los que nunca se les ha visto hacer nada, aparte de disparar desde la trinchera, a los que se promociona y se procura que salgan mucho en la prensa. Del que no interesa, sea cual sea el trabajo que ha hecho en el partido, puede que se divulguen sus trapos sucios, si los tiene o se le encuentran.
Mientras no se solucionen estas cuestiones, las tensiones internas habrá que entenderlas siempre como luchas por el poder totalmente ajenas a los intereses generales.
Tan tensas parece que están las cosas en el Partido Popular que Rajoy pensó en presentar la dimisión, acaso porque no contaba con lograr los apoyos necesarios para seguir. Y quizá porque hay otros a los que interesa ganar tiempo para situarse mejor, los encontró de inmediato y decidió seguir, pero eso sí, con su propio equipo. Quienes han visto desbaratados sus planes lanzan el órdago. Podría ser que la victoria final, dentro de unos años, se la llevase quien menos se esperan.
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