Finalmente el hermano de De la Vega ha renunciado a presidir la Fundación Repsol, dice que para que no se utilice su nombre de manera insidiosa y que tampoco quiere que se perjudique la trayectoria de su familia. O sea que su renuncia no ha estado exenta de malos modos.
Todo eso se lo hubiera evitado el buen señor si hubiera renunciado de antemano, dadas las circunstancias. Quizá sea la persona más idónea para el cargo, pero debe reconocer que siendo su hermana la vicepresidenta y estando Repsol en proceso de venta no resultaba muy estético el asunto. Es curioso que importándole tanto la vicepresidenta la estética, la hubiera pasado por alto esta vez.
Tenemos una clase política que no se chupa el dedo. Cada partido acusa a los demás de corrupción, pero no se ha visto a ninguno que intente detenerla. Y al igual que ocurre en el caso de la corrupción debe de ocurrir en el de buscar trabajo a los allegados. Probablemente, los ciudadanos no conoceremos jamás la lista de parientes y amigos que cada político ha logrado colocar, bien sea en la Administración Pública, o bien en la empresa privada, pero siempre gracias a las posibilidades que ofrece el cargo político.
Si se tiene en cuenta el gran número de políticos que hay en España y que no se suelen conformar con colocar a uno, el cómputo total de colocados puede ser escalofriante. Se entiende la indignación de Jesús Fernández de la Vega, si bien ha tenido mucho cuidado en alegar que los demás también hacen cosas parecidas, porque si se empieza a tirar de la manta en este asunto, no se sabe cómo pueden acabar las cosas.
Así las cosas, el asunto ha quedado en uno más de los continuos rifirrafes a los que los políticos nos tienen acostumbrados. Nos brindan gestos teatrales, hueros de todo interés y sin que aporten beneficios a los ciudadanos.
Todo eso se lo hubiera evitado el buen señor si hubiera renunciado de antemano, dadas las circunstancias. Quizá sea la persona más idónea para el cargo, pero debe reconocer que siendo su hermana la vicepresidenta y estando Repsol en proceso de venta no resultaba muy estético el asunto. Es curioso que importándole tanto la vicepresidenta la estética, la hubiera pasado por alto esta vez.
Tenemos una clase política que no se chupa el dedo. Cada partido acusa a los demás de corrupción, pero no se ha visto a ninguno que intente detenerla. Y al igual que ocurre en el caso de la corrupción debe de ocurrir en el de buscar trabajo a los allegados. Probablemente, los ciudadanos no conoceremos jamás la lista de parientes y amigos que cada político ha logrado colocar, bien sea en la Administración Pública, o bien en la empresa privada, pero siempre gracias a las posibilidades que ofrece el cargo político.
Si se tiene en cuenta el gran número de políticos que hay en España y que no se suelen conformar con colocar a uno, el cómputo total de colocados puede ser escalofriante. Se entiende la indignación de Jesús Fernández de la Vega, si bien ha tenido mucho cuidado en alegar que los demás también hacen cosas parecidas, porque si se empieza a tirar de la manta en este asunto, no se sabe cómo pueden acabar las cosas.
Así las cosas, el asunto ha quedado en uno más de los continuos rifirrafes a los que los políticos nos tienen acostumbrados. Nos brindan gestos teatrales, hueros de todo interés y sin que aporten beneficios a los ciudadanos.
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