Leopoldo Abadía ha estado en un videochat del diario Las Provincias, contestando las preguntas que se le han hecho y, entre otras respuestas, ha dado esta:
“Si mañana mi mujer dijera que quiere comprarse un piso y pedir una hipoteca yo le diría que se esperara. Una por razón de que los pisos pienso que van a bajar, y segundo porque me parece que este no es el mejor momento, cero que los bancos aún tienen que abrir el grifo y todavía falta algún tiempo para ello. Las ayudas que se dan a los bancos todavía no les han llegado. Por eso el consejo es esperar un poco. Aun no es el momento.”
La cuestión es que para decir que no es el momento hay que correr un tupido cortinaje, para no ver lo que hay detrás. Se dice que los pisos van a bajar y se piensa que los pisos son cosas. Pero si se descorre apenas el cortinaje, para ver lo que esconde, aparecen pequeñas empresas muy bien gestionadas, que hace muy poco aspiraban a crecer más y que de pronto se han visto abocadas a la quiebra, sin poder hacer nada para impedirlo. Hay inmigrantes que arriesgaron todo por mejorar la situación de los suyos y que ahora ya no pueden enviar dinero y ni siquiera pueden comer ellos. Hay familias que se armaron de valor para comprar una casa y ahora se la van a embargar y se van a volatilizar todos sus sueños para siempre jamás.
Esta crisis se comporta como las fichas del dominó, cada una tumba a la siguiente y en las fichas del final están instalados Solbes y Zapatero, y eso es lamentable, porque si estuvieran en las primeras ya se hubieran despabilado. Solbes fue aquel que dijo que era imposible imaginar esta crisis y ahora pide imaginación a los demás, para sobrevivir en ella. Dan ganas de tomar El gran libro de los insultos, de Pancracio Celdrán Gomariz, pero no para estudiar cuál de los contiene la voluminosa obra le encaja más, sino para arrojárselo a la cabeza.
No se trata tanto de imaginación como de generar confianza entre la ciudadanía y para ello habría que lograr la ayuda de los demás partidos. Para evitar que las fichas de dominó vayan cayendo una tras otra, conviene que quien necesite una casa y la pueda pagar, la compre. Que quien tenga dinero del que pueda prescindir, que lo invierta en bolsa, en acciones de empresas que estime bien gestionadas. Quien necesite un coche y lo pueda pagar, que lo compre. Si todos esperamos a que los precios caigan más, acabaremos por caer todos.
“Si mañana mi mujer dijera que quiere comprarse un piso y pedir una hipoteca yo le diría que se esperara. Una por razón de que los pisos pienso que van a bajar, y segundo porque me parece que este no es el mejor momento, cero que los bancos aún tienen que abrir el grifo y todavía falta algún tiempo para ello. Las ayudas que se dan a los bancos todavía no les han llegado. Por eso el consejo es esperar un poco. Aun no es el momento.”
La cuestión es que para decir que no es el momento hay que correr un tupido cortinaje, para no ver lo que hay detrás. Se dice que los pisos van a bajar y se piensa que los pisos son cosas. Pero si se descorre apenas el cortinaje, para ver lo que esconde, aparecen pequeñas empresas muy bien gestionadas, que hace muy poco aspiraban a crecer más y que de pronto se han visto abocadas a la quiebra, sin poder hacer nada para impedirlo. Hay inmigrantes que arriesgaron todo por mejorar la situación de los suyos y que ahora ya no pueden enviar dinero y ni siquiera pueden comer ellos. Hay familias que se armaron de valor para comprar una casa y ahora se la van a embargar y se van a volatilizar todos sus sueños para siempre jamás.
Esta crisis se comporta como las fichas del dominó, cada una tumba a la siguiente y en las fichas del final están instalados Solbes y Zapatero, y eso es lamentable, porque si estuvieran en las primeras ya se hubieran despabilado. Solbes fue aquel que dijo que era imposible imaginar esta crisis y ahora pide imaginación a los demás, para sobrevivir en ella. Dan ganas de tomar El gran libro de los insultos, de Pancracio Celdrán Gomariz, pero no para estudiar cuál de los contiene la voluminosa obra le encaja más, sino para arrojárselo a la cabeza.
No se trata tanto de imaginación como de generar confianza entre la ciudadanía y para ello habría que lograr la ayuda de los demás partidos. Para evitar que las fichas de dominó vayan cayendo una tras otra, conviene que quien necesite una casa y la pueda pagar, la compre. Que quien tenga dinero del que pueda prescindir, que lo invierta en bolsa, en acciones de empresas que estime bien gestionadas. Quien necesite un coche y lo pueda pagar, que lo compre. Si todos esperamos a que los precios caigan más, acabaremos por caer todos.
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