Tengo un amigo que consiguió salir de un paraíso comunista e instalarse en España. En el “paraíso” tenía un gran futuro como científico y mientras preparaba la fuga pensaba que su situación en España sería la misma, sólo que estaría en un país libre. Poco tardó en darse cuenta de que las cosas no iban a ser así, pero se hizo el ánimo y trató de salir adelante del modo que pudiera. Tenía fe en sus posibilidades. Supo entonces de una asociación en la que pensó que encontraría gente de sus características y se afilió, con el fin de hacer amigos.
Ocurrió que dentro de esta asociación se había formado una banda que la tomó con él. En un país extraño, sometido a múltiples presiones, y tratando de hacerse a la idea de que sus sueños con respecto a la ciencia tendrían que esperar, no pudo resistir el envite y estalló. Los psiquiatras le dijeron entonces que todo eran alucinaciones suyas, lo encerraron y lo medicaron. Cuando, semanas después, le dieron el alta había perdido el trabajo y también la seguridad en sí mismo.
Ya tendía a pensar que las cosas desagradables que le ocurrían eran alucinaciones, temía volver a caer en otra crisis, etc. Otros “amigos” suyos le hacían trastadas y luego las negaban. Estando él diagnosticado de tal modo, se le podía hacer cualquier cosa y luego hacerla pasar por algo que había imaginado él.
El sistema de salud español le ha hecho pasar por varios psiquiatras y ninguno de ellos ha considerado el acoso al que fue sometido como origen de sus males. Una psiquiatra de su país de origen, conocida de su familia, dice desde la lejanía que sus síntomas no coinciden con la enfermedad que le han diagnosticado, que ella piensa en una situación de estrés extremo.
Tal vez, los psiquiatras españoles que le han atendido, o que le atienden, piensan que si consideran como desencadenante aquel episodio, mi amigo podría poner una denuncia en el juzgado y ello les acarrearía problemas. Les resulta más cómodo hacerle perder años de su vida, con el riesgo de que acabe adquiriendo la enfermedad que le han diagnosticado. Por otra parte, aquella banda sigue haciendo sus fechorías, confiada en su impunidad.
Ocurrió que dentro de esta asociación se había formado una banda que la tomó con él. En un país extraño, sometido a múltiples presiones, y tratando de hacerse a la idea de que sus sueños con respecto a la ciencia tendrían que esperar, no pudo resistir el envite y estalló. Los psiquiatras le dijeron entonces que todo eran alucinaciones suyas, lo encerraron y lo medicaron. Cuando, semanas después, le dieron el alta había perdido el trabajo y también la seguridad en sí mismo.
Ya tendía a pensar que las cosas desagradables que le ocurrían eran alucinaciones, temía volver a caer en otra crisis, etc. Otros “amigos” suyos le hacían trastadas y luego las negaban. Estando él diagnosticado de tal modo, se le podía hacer cualquier cosa y luego hacerla pasar por algo que había imaginado él.
El sistema de salud español le ha hecho pasar por varios psiquiatras y ninguno de ellos ha considerado el acoso al que fue sometido como origen de sus males. Una psiquiatra de su país de origen, conocida de su familia, dice desde la lejanía que sus síntomas no coinciden con la enfermedad que le han diagnosticado, que ella piensa en una situación de estrés extremo.
Tal vez, los psiquiatras españoles que le han atendido, o que le atienden, piensan que si consideran como desencadenante aquel episodio, mi amigo podría poner una denuncia en el juzgado y ello les acarrearía problemas. Les resulta más cómodo hacerle perder años de su vida, con el riesgo de que acabe adquiriendo la enfermedad que le han diagnosticado. Por otra parte, aquella banda sigue haciendo sus fechorías, confiada en su impunidad.
2 comentarios:
Uno nunca sabe lo que se pierde por no atender a sus amigos debidamene, lo malo es que detras de todo esta la injusticia de faltar al deber de dar las gracias.
Muchas gracias!!!
Ojalá esa persona recupere toda su salud y logre demostrar todo lo que vale.
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