Una discoteca de Valencia sortea una operación quirúrgica, como quien rifa un patinete. Al parecer, la cuestión ha llegado a oídos del ministro Soria, que se dispone a tomar cartas en el asunto. Veremos en qué queda la cosa. Pero aunque la propuesta de la discoteca sea descabellada, no hay que echarle toda la culpa. Hace años, ya se dio en la prensa valenciana la noticia de que unos padres habían premiado a su hija con una operación de estas, por haber aprobado el curso.
También, en un programa estrella de la televisión valenciana, de los últimos tiempos de los socialistas o primeros de los populares, se trató el asunto y aparecieron algunas señoritas que pese tenerse por bien dotadas en este aspecto, iban a someterse a esta operación de aumento de las glándulas mamarias. Quizá ha habido más programas de este tipo, pero hace tiempo que he dejado de ver la televisión, salvo algunas pocas cosas y por motivos concretos.
A diario, en los medios, se ve publicidad sobre esta cuestión, sin duda que para rentabilizar las clínicas que existen. Si hay publicidad, si está en el ambiente, si goza de aceptación, no debe sorprender que el asunto acabe siendo banalizado por completo.
La cuestión se complica cuando se tiene en cuenta que se trata de una operación quirúrgica y que éstas siempre representan un peligro. Nadie debería entrar en un quirófano, si no fuera porque de no hacerlo las perspectivas fueran peores. Cualquiera puede morir en el quirófano por cualquier motivo inesperado, o contraer una enfermedad, o puede ocurrir que el cirujano se encuentre con problemas que no había previsto en un principio.
A estas alturas parece que la cosa tiene mal remedio. Si el ministerio decide sancionar a la discoteca, lo que ocurrirá es que en el futuro se hará lo mismo, pero utilizando subterfugios. Para evitar que estas cosas puedan suceder, los cambios deberían ser profundos, cosa que tampoco parece posible. Poco a poco, se ha ido permitiendo que algo que forma parte de la salud haya acabado por tenerse por un bien de consumo.
También, en un programa estrella de la televisión valenciana, de los últimos tiempos de los socialistas o primeros de los populares, se trató el asunto y aparecieron algunas señoritas que pese tenerse por bien dotadas en este aspecto, iban a someterse a esta operación de aumento de las glándulas mamarias. Quizá ha habido más programas de este tipo, pero hace tiempo que he dejado de ver la televisión, salvo algunas pocas cosas y por motivos concretos.
A diario, en los medios, se ve publicidad sobre esta cuestión, sin duda que para rentabilizar las clínicas que existen. Si hay publicidad, si está en el ambiente, si goza de aceptación, no debe sorprender que el asunto acabe siendo banalizado por completo.
La cuestión se complica cuando se tiene en cuenta que se trata de una operación quirúrgica y que éstas siempre representan un peligro. Nadie debería entrar en un quirófano, si no fuera porque de no hacerlo las perspectivas fueran peores. Cualquiera puede morir en el quirófano por cualquier motivo inesperado, o contraer una enfermedad, o puede ocurrir que el cirujano se encuentre con problemas que no había previsto en un principio.
A estas alturas parece que la cosa tiene mal remedio. Si el ministerio decide sancionar a la discoteca, lo que ocurrirá es que en el futuro se hará lo mismo, pero utilizando subterfugios. Para evitar que estas cosas puedan suceder, los cambios deberían ser profundos, cosa que tampoco parece posible. Poco a poco, se ha ido permitiendo que algo que forma parte de la salud haya acabado por tenerse por un bien de consumo.
1 comentario:
por estos pagos, acaba de pasar lo mismo (discoteca de Celle, anunció el sorteo de una operación para... busto femenino...),
como te puedes imaginar, el sorteo fue prohibido :)
Saludos querido Vicente!
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