Hoy es un buen día para traer al frente al filósofo vasco, puesto que en su artículo ha sacado a relucir a los vascos que han tenido que abandonar su tierra por culpa del terrorismo. El dolor y las incomodidades que se ven obligados a sufrir algunos no es suficiente motivo para que la mayoría a rebelarse contra tanta ignominia. Más bien, la gente opta por la cómoda indiferencia e incluso adapta sus pensamientos en función de tranquilidad que le pueden proporcionar. Tener ideas políticamente correctas, criticar a los “disidentes”, junto con el resto de actitudes similares, permite medrar en los ambientes vascos.
Hace unas fechas, Enric González sacó a relucir a los amenazados por ETA, en un artículo dedicado a Roberto Saviano, que también aparece en artículo de Fernando Savater. Por supuesto que la actitud correcta es la de González y Savater. Denunciar el salvajismo, ponerlo frente a los lectores, para que comprendan por sí mismos lo irracional de la situación. Causa pavor el caso de Roberto Saviano y resulta que en España hay muchos que la sufren.
Contrasta tanta pasividad contra ETA y tanto sometimiento a las imposiciones de los nacionalistas con el furor que se ha desatado ahora contra el franquismo. Como si esos que ahora protestan tanto hubieran sido capaces de hacerlo en su día. Habría que ver lo que hubiera hecho Garzón, pongamos por caso, si por imperativo de la edad hubiera tenido que desarrollar toda su carrera en la época franquista. El juez Garzón ha llevado a cabo iniciativas importantes, algunas de ellas en la lucha contra ETA. Pero otras de sus actuaciones hacen pensar en aquello de que Dios escribe recto con los renglones torcidos de los hombres. Su afán de notoriedad le ha motivado. Y una vez en el pedestal, se ha empeñado, como suele ocurrir, en volver al lugar que le corresponde.
Fernando Savater es de los que han sabido sacrificar su comodidad, para no ser cómplice silencioso. Si el pueblo vasco hubiera tomado nota y hubiera hecho mayoritariamente lo mismo que él, ETA habría dejado de existir hace mucho. Se hubieran salvado muchas vidas.
Hace unas fechas, Enric González sacó a relucir a los amenazados por ETA, en un artículo dedicado a Roberto Saviano, que también aparece en artículo de Fernando Savater. Por supuesto que la actitud correcta es la de González y Savater. Denunciar el salvajismo, ponerlo frente a los lectores, para que comprendan por sí mismos lo irracional de la situación. Causa pavor el caso de Roberto Saviano y resulta que en España hay muchos que la sufren.
Contrasta tanta pasividad contra ETA y tanto sometimiento a las imposiciones de los nacionalistas con el furor que se ha desatado ahora contra el franquismo. Como si esos que ahora protestan tanto hubieran sido capaces de hacerlo en su día. Habría que ver lo que hubiera hecho Garzón, pongamos por caso, si por imperativo de la edad hubiera tenido que desarrollar toda su carrera en la época franquista. El juez Garzón ha llevado a cabo iniciativas importantes, algunas de ellas en la lucha contra ETA. Pero otras de sus actuaciones hacen pensar en aquello de que Dios escribe recto con los renglones torcidos de los hombres. Su afán de notoriedad le ha motivado. Y una vez en el pedestal, se ha empeñado, como suele ocurrir, en volver al lugar que le corresponde.
Fernando Savater es de los que han sabido sacrificar su comodidad, para no ser cómplice silencioso. Si el pueblo vasco hubiera tomado nota y hubiera hecho mayoritariamente lo mismo que él, ETA habría dejado de existir hace mucho. Se hubieran salvado muchas vidas.
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