Un administrativo valenciano que, desde hace muchos años, puede permitirse el lujo de partir sus vacaciones en dos, para viajar al extranjero y para ir a cazar, me dijo, no hace demasiado tiempo que la raza sí que importa. “Los catalanes me entienden a la primera cuando les explico algo, en cambio a los andaluces he de repetirles las cosas varias veces”. Ante esa afirmación recordé inmediatamente que Manuel Alcántara, del que no es probable que mi interlocutor haya oído hablar jamás, es andaluz y que Carod, del que no me cabe duda que sí tiene noticia, es catalán. De la ceremonia de la confusión que practican algunos políticos, para procurarse su modo de vida, surgen estas conclusiones.
El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha concedido una entrevista a El País, en la que manifiesta que estando en Cataluña le dijo a Carod que tenía una entrevista en Avui, a lo que éste contestó que cuanto más les diera mejor. De modo que no importa el contenido de la crítica ni su fundamento, sino que si le toca fuera de Cataluña él aumenta su número de votos. Así quienes desean lo peor para Cataluña ya saben que criticando a Carod puede que logren hacerlo presidente. El presidente extremeño, en esa entrevista, se muestra como un hombre cabal y con gran sentido común, algo raro en el panorama político español.
No me extraña que Félix de Azúa diga que el nacionalismo es tóxico. Ni tampoco es rara la actitud de Albert Boadella. Y sobre esta cuestión no está de más resaltar que los nacionalistas catalanes, en lugar de lamentarla y de considerar los motivos del dramaturgo, aceptan su renuncia sin más. Puesto que no pasa por el aro del nacionalismo, se le excluye y a otra cosa.
“Si les haces creer que piensan, te aman; pero si les haces pensar, te odian”. Esta es una máxima que conocen perfectamente los nacionalistas, y la aplican con gran maestría.
Quienes no comulgan con las ruedas de molino de los nacionalistas, tratan de combatirlos haciendo pensar a la gente, con el resultado conocido.
El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha concedido una entrevista a El País, en la que manifiesta que estando en Cataluña le dijo a Carod que tenía una entrevista en Avui, a lo que éste contestó que cuanto más les diera mejor. De modo que no importa el contenido de la crítica ni su fundamento, sino que si le toca fuera de Cataluña él aumenta su número de votos. Así quienes desean lo peor para Cataluña ya saben que criticando a Carod puede que logren hacerlo presidente. El presidente extremeño, en esa entrevista, se muestra como un hombre cabal y con gran sentido común, algo raro en el panorama político español.
No me extraña que Félix de Azúa diga que el nacionalismo es tóxico. Ni tampoco es rara la actitud de Albert Boadella. Y sobre esta cuestión no está de más resaltar que los nacionalistas catalanes, en lugar de lamentarla y de considerar los motivos del dramaturgo, aceptan su renuncia sin más. Puesto que no pasa por el aro del nacionalismo, se le excluye y a otra cosa.
“Si les haces creer que piensan, te aman; pero si les haces pensar, te odian”. Esta es una máxima que conocen perfectamente los nacionalistas, y la aplican con gran maestría.
Quienes no comulgan con las ruedas de molino de los nacionalistas, tratan de combatirlos haciendo pensar a la gente, con el resultado conocido.
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