Varios guardias civiles destinados en el País Vasco no han cobrado las dietas, según publica el diario El Mundo, en su edición de hoy, que se hace eco de unas manifestaciones del sindicato UGC. Dicen que son 4000 euros los que se les deben.
Se puede decir que hay democracia en un lugar cuando alguien que opina lo contrario que la mayoría puede pasear tranquilamente por sus calles. Todo el mundo sabe, incluso Anagasti, que eso no ocurre en el País Vasco.
Por otro lado, en cualquier parte del resto de España se desea tener cerca a la Guardia Civil, porque ello proporciona mucha seguridad, cuestión muy importante en la vida de las personas. Y sin embargo, no es probable que nadie quiera pasear por las calles del País Vasco vestido de guardia civil. Y ni siquiera en grupos de diez.
Ser guardia civil en el País Vasco es un riesgo enorme, pero gracias a esta Institución la banda terrorista ETA no campa a sus anchas. Los políticos dicen que trabajan por los ciudadanos y lo único que hacen es apretar el botón que les indican. Y cobran todos los meses, las dietas también. Si están amenazados, llevan escolta. Los guardias civiles sí trabajan por los ciudadanos y arriesgan sus vidas por ello. En cualquier lugar en el que desarrollen su trabajo, corren riesgos y no pequeños. En el País Vasco, además, han de soportar la hostilidad ambiental.
A los ciudadanos nos interesaría que los guardias civiles trabajaran en las mejores condiciones posibles, que estuvieran bien pagados y que todo el material con el que trabajan estuviera siempre a punto. También sería conveniente que el gobierno vasco promoviera campañas en defensa de la Guardia Civil, que tantas vidas ha salvado.
Y sin embargo, en lugar de reconocerles su inmensa y abnegada labor, resulta que ni siquiera se les paga lo que se les debe. Lo que lleva a pensar en el resto de las cuestiones que componen el día a día de estas personas. Todo indica que deben de tener muchos motivos de queja.
Se puede decir que hay democracia en un lugar cuando alguien que opina lo contrario que la mayoría puede pasear tranquilamente por sus calles. Todo el mundo sabe, incluso Anagasti, que eso no ocurre en el País Vasco.
Por otro lado, en cualquier parte del resto de España se desea tener cerca a la Guardia Civil, porque ello proporciona mucha seguridad, cuestión muy importante en la vida de las personas. Y sin embargo, no es probable que nadie quiera pasear por las calles del País Vasco vestido de guardia civil. Y ni siquiera en grupos de diez.
Ser guardia civil en el País Vasco es un riesgo enorme, pero gracias a esta Institución la banda terrorista ETA no campa a sus anchas. Los políticos dicen que trabajan por los ciudadanos y lo único que hacen es apretar el botón que les indican. Y cobran todos los meses, las dietas también. Si están amenazados, llevan escolta. Los guardias civiles sí trabajan por los ciudadanos y arriesgan sus vidas por ello. En cualquier lugar en el que desarrollen su trabajo, corren riesgos y no pequeños. En el País Vasco, además, han de soportar la hostilidad ambiental.
A los ciudadanos nos interesaría que los guardias civiles trabajaran en las mejores condiciones posibles, que estuvieran bien pagados y que todo el material con el que trabajan estuviera siempre a punto. También sería conveniente que el gobierno vasco promoviera campañas en defensa de la Guardia Civil, que tantas vidas ha salvado.
Y sin embargo, en lugar de reconocerles su inmensa y abnegada labor, resulta que ni siquiera se les paga lo que se les debe. Lo que lleva a pensar en el resto de las cuestiones que componen el día a día de estas personas. Todo indica que deben de tener muchos motivos de queja.
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