Por fin, la Academia sueca ha dado en solidarizarse con los escritores amenazados de muerte. Hasta ahora se había negado a inmiscuirse en estos asuntos, que tildaba de policiales. Es tanta la maldad que hay en el mundo, que lleva a invadir todos los rincones, sin dejar ninguno a salvo, que una buena parte de los mortales decide mirar hacia otra parte, como método de supervivencia, cuando se comete alguna fechoría en su presencia.
Ante esto cabe recordar aquellos versos de Martin Niemoller:
"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie a quien decir nada".
Resulta muy cómodo dejar que le coman a uno el terreno, pero luego cuando ya no quede ni la comodidad, hay que olvidar la queja, puesto que no tiene sentido.
Fatima Mernissi, en “Sueños en el umbral”, explica que al monstruo hay que mirarle a los ojos, puesto que eso le desconcierta. El monstruo siempre quiere que bajemos la vista, que miremos hacia otra parte, para poder cometer sus delitos con tranquilidad.
No debería aceptarse con la resignación con que se ha hecho la condena de muerte para Salman Rushdie. Por muy brutos que sean quienes le han condenado, el mundo civilizado debería cerrar filas en torno del amenazado. Debería presionarse hasta donde se pudiera para que esa condena fuera retirada.
Peor todavía es el caso de Roberto Saviano. Habría que explicarle a Silvio Berlusconi que entre broma y broma sobre el bronceado de Obama, debería dedicar algo de tiempo en acabar con ese cáncer que tiene Italia.
No se puede consentir que se nos arrebate la libertad de expresión y el gesto de la Academia, que hay que saludar, debería encontrar eco en los organismos políticos.
Ante esto cabe recordar aquellos versos de Martin Niemoller:
"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie a quien decir nada".
Resulta muy cómodo dejar que le coman a uno el terreno, pero luego cuando ya no quede ni la comodidad, hay que olvidar la queja, puesto que no tiene sentido.
Fatima Mernissi, en “Sueños en el umbral”, explica que al monstruo hay que mirarle a los ojos, puesto que eso le desconcierta. El monstruo siempre quiere que bajemos la vista, que miremos hacia otra parte, para poder cometer sus delitos con tranquilidad.
No debería aceptarse con la resignación con que se ha hecho la condena de muerte para Salman Rushdie. Por muy brutos que sean quienes le han condenado, el mundo civilizado debería cerrar filas en torno del amenazado. Debería presionarse hasta donde se pudiera para que esa condena fuera retirada.
Peor todavía es el caso de Roberto Saviano. Habría que explicarle a Silvio Berlusconi que entre broma y broma sobre el bronceado de Obama, debería dedicar algo de tiempo en acabar con ese cáncer que tiene Italia.
No se puede consentir que se nos arrebate la libertad de expresión y el gesto de la Academia, que hay que saludar, debería encontrar eco en los organismos políticos.
'Diego y Frida'
'Mediterráneos'
'Resonancias'
'Dietario voluble'
'El mito de la Derecha'
'Don Juan Tenorio'
'Goya'
'El consuelo'
'Mediterráneos'
'Resonancias'
'Dietario voluble'
'El mito de la Derecha'
'Don Juan Tenorio'
'Goya'
'El consuelo'
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