miércoles, 1 de julio de 2009

Aznar tenía razón

Esta frase, que tanto le habrá costado pronunciar a Gabilondo, debe escocer durante mucho tiempo a todos esos demagogos que cuando quieren contentar a la parroquia y de paso ganarse algún dinero extra sueltan un “Aznar” y enseguida se ganan el aplauso fácil y después de eso ya cuelan todo lo que quieren.
El fallo del Tribunal de Estrasburgo deja con las vergüenzas al aire a todos esos que, en tono solemne y cargados de suficiencia, han ido escribiendo artículos en contra de la ley, porque, alegaban que se había hecho en contra de un partido y que eso no es democrático. Con tal de contentar a sus lectores o seguidores, cerraban los ojos para no ver que la sociedad tiene que cerrar todas las puertas al crimen. Ernest Lluch hubiera querido el diálogo, llegó a decirse tras su asesinato.
En cierta ocasión unos individuos me pararon por la calle, como si a mí me regalaran el tiempo, pretendiendo conquistarme para su religión. Les advertí de que era imposible y ellos, mandíbulas cuadradas, gesto seguro, lanzaron una mirada a los libros que portaban y se mostraron seguros de que sí. Entonces les pregunté que si ocurría al revés y yo les convencía a ellos de otra cosa obrarían en consecuencia y entonces dijeron que no y se fueron. El diálogo ha de ser de igual a igual o no es. Entonces, la condición previa para dialogar con un asesino es que éste esté en la cárcel y que el diálogo comience por el asesinato. Si se consigue llegar a un acuerdo en este punto y el asesino reconoce que ha hecho mal y lo explica, se puede pasar al punto siguiente y así sucesivamente.
Pasar por alto los actos terroristas es dar ventajas a los etarras y a quienes se aprovechan de ellos. Por tanto, si se produjera algún tipo de conversación en estas condiciones, no sería diálogo, aunque se le llamase así.

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