En el diario Las Provincias de hoy, aparece un artículo de Joan Ignaci Culla, en el que explica la realidad de la ‘bóveda catalana’. Está escrito en valenciano, pero no en el está imponiendo la innecesaria Academia Valenciana de la Lengua. Estas cosas a las que se refiere el articulista no hacen indignar a Francisco Camps ni a Rita Barberá. Pero da gusto leer en el valenciano de Joan Ignaci Culla, es el de siempre y no esa cosa artificial que nos están colando con el único propósito de llegar a la ‘verdad científica’ del I.E.C.
Poco tardarán en aparecer los guardianes de lo políticamente correcto, a protestar o a menospreciar al idioma valenciano, cuya ‘verdad científica’ ya está indudablemente establecida. La democracia española, con eso de que ha sido la última en llegar al mundo, ha podido fijarse en las demás para no caer en sus mismos defectos, y ha preservado la figura de los ‘guardianes de lo políticamente correcto’. Una delicia tener noticia de ellos. Sirven para ampliar la cultura general, de pronto comenzamos a saber cosas de los maulets y de los botiflers, y se nos incrusta en el entrecejo que “el mal ve d’Almansa’. Y ya nos quedamos todos en Almansa y punto.
Por otro lado, resulta curioso que Rahola y otros sesudos comentaristas escriban artículos banales, en los que no salen nada bien parados Barberá o Camps, basándose en hechos no juzgados aún y que han trascendido a la opinión pública de forma irregular. En el colmo de la banalidad, Rahola dice que ella sí que devuelve los regalos. ¿Por qué no critica, entonces, al diario en el que escribe? Los periódicos catalanes dependen de las subvenciones. Pero es que tampoco esos periodistas banales critican a la Academia Valenciana de la Lengua, que tantos impuestos nos cuesta a los valencianos. ¿A cuántos proveedores podría pagar la Administración Pública con el dinero que malgasta en la AVL? ¿Cuántos puestos de trabajo se salvarían así?
'India, vagón 14-24'
Poco tardarán en aparecer los guardianes de lo políticamente correcto, a protestar o a menospreciar al idioma valenciano, cuya ‘verdad científica’ ya está indudablemente establecida. La democracia española, con eso de que ha sido la última en llegar al mundo, ha podido fijarse en las demás para no caer en sus mismos defectos, y ha preservado la figura de los ‘guardianes de lo políticamente correcto’. Una delicia tener noticia de ellos. Sirven para ampliar la cultura general, de pronto comenzamos a saber cosas de los maulets y de los botiflers, y se nos incrusta en el entrecejo que “el mal ve d’Almansa’. Y ya nos quedamos todos en Almansa y punto.
Por otro lado, resulta curioso que Rahola y otros sesudos comentaristas escriban artículos banales, en los que no salen nada bien parados Barberá o Camps, basándose en hechos no juzgados aún y que han trascendido a la opinión pública de forma irregular. En el colmo de la banalidad, Rahola dice que ella sí que devuelve los regalos. ¿Por qué no critica, entonces, al diario en el que escribe? Los periódicos catalanes dependen de las subvenciones. Pero es que tampoco esos periodistas banales critican a la Academia Valenciana de la Lengua, que tantos impuestos nos cuesta a los valencianos. ¿A cuántos proveedores podría pagar la Administración Pública con el dinero que malgasta en la AVL? ¿Cuántos puestos de trabajo se salvarían así?
'India, vagón 14-24'
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