jueves, 30 de julio de 2009

Casa de Juntas de Gernika

En la edición de hoy del diario El Correo hay una carta al director de un ciudadano de Bilbao, llamado Ángel Argüelles López de Maturana. Dicha carta, que merece ser leída y además es muy breve, termina diciendo que cualquier guardia civil es más digno de entrar en la Casa de Juntas de Gernika que quienes se echan al monte envueltos en una bandera. Cabría añadir que no sólo es más digno que esos, sino también que quienes dicen que no son de ETA, pero tampoco de los otros, y que quienes siguen jugando la partida de cartas. Y a ese determinado grupo de personas habría que añadir bastantes más, concretamente a quienes en menor o menor medida hacen posible la existencia de ETA.
La prioridad de cualquier ciudadano vasco debería ser la de acabar con la maldita banda. Y todos los que no piensan colaboran con los asesinos. Situarse en la grada, como espectador, para ver si las fuerzas de seguridad pueden con la banda o no, es un acto criminal. Es lo mismo que ver a alguien ahogándose y no echarle una cuerda. La lucha contra la banda requiere del esfuerzo de todos. Y quienes no colaboren no son dignos de entrar en la Casa de Juntas de Gernika, aunque lo hagan todos los días.
Por otro lado, el hecho de que se hayan producido dos atentados contra la Guardia Civil en 24 horas induce a sospechar que las medidas de seguridad con las que se desenvuelve este Cuerpo no son muy buenas. Si a sus componentes les resultara fácil encontrar otro trabajo, a lo mejor no quedaría ninguno. Un obispo puede mostrarse equidistante y con ello salvar la piel. Un guardia civil no puede ser equidistante, ha de perseguir el delito y eso entraña un riesgo. ¿Qué puede contar Rubalcaba?

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