Ha dicho Arzallus. Si manifiesta que no es de los “otros”, hay que creerle, porque probablemente no ha dicho una verdad más grande en toda su vida. En lo que respecta a la primera parte de su afirmación, alguno debe de haber que piense que sí es de ETA. Ahora bien, por razones obvias, nadie lo reconoce hasta que la policía logra probarlo. En el que caso de Arzallus sea de ETA, no es probable que logre probarse jamás. De la chulería con la que habla cabe entender que no hay ninguna posibilidad de que se deje un cable suelto, en el caso de que se los pudiera dejar. Ahora bien, si nadie le acusa de ser de ETA, ¿por qué niega su pertenencia a la banda?
Yo no soy de ETA, pero tampoco de los otros. Si dividimos el mundo en dos, entre ETA y los otros, como ha hecho Arzallus, la zona de “los otros” corresponde al vasto mundo que no tiene nada que ver con el terror. Ni tiene nada que ver, ni quiere tener nada que ver. En la otra parte, en la que dice que no está, pero si no está en una ha de estar en la otra, conviven los que producen directamente el terror y quienes les apoyan. Haciendo un esfuerzo de imaginación podemos pensar en una franja intermedia, que se sobreentendería en este caso, compuesta por los tibios, ésos que pueden, por ejemplo, seguir jugando una partida. Pues bien, si Arzallus se encuentra entre estos, se encuentra entre los peores.
Yo no soy de ETA, pero tampoco de los otros. Arzallus dice que no es de ETA, sin que nadie le haya acusado de ello. Pero tampoco es de “los otros”. Si se acerca la lupa a “los otros”, aparecen en primer plano las víctimas de ETA. Hay una lista muy larga. Pero a pesar de que son tantas las víctimas no creo que ni una sola de ellas quiera considerar a Arzallus de los suyos. Que pregunte a los etarras. A ver si ellos lo quieren.
Yo no soy de ETA, pero tampoco de los otros. Si dividimos el mundo en dos, entre ETA y los otros, como ha hecho Arzallus, la zona de “los otros” corresponde al vasto mundo que no tiene nada que ver con el terror. Ni tiene nada que ver, ni quiere tener nada que ver. En la otra parte, en la que dice que no está, pero si no está en una ha de estar en la otra, conviven los que producen directamente el terror y quienes les apoyan. Haciendo un esfuerzo de imaginación podemos pensar en una franja intermedia, que se sobreentendería en este caso, compuesta por los tibios, ésos que pueden, por ejemplo, seguir jugando una partida. Pues bien, si Arzallus se encuentra entre estos, se encuentra entre los peores.
Yo no soy de ETA, pero tampoco de los otros. Arzallus dice que no es de ETA, sin que nadie le haya acusado de ello. Pero tampoco es de “los otros”. Si se acerca la lupa a “los otros”, aparecen en primer plano las víctimas de ETA. Hay una lista muy larga. Pero a pesar de que son tantas las víctimas no creo que ni una sola de ellas quiera considerar a Arzallus de los suyos. Que pregunte a los etarras. A ver si ellos lo quieren.
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