La última monada ha venido a cargo de Peter Caruana, todo un especialista, al pedir a los dueños de las embarcaciones que naveguen por aguas que Gibraltar considera propias. Ya sabe que las considera propias porque cuenta para ello con el apoyo de la Gran Bretaña. Ellos quieren una cosa, se consideran con fuerza suficiente para tomarla, no dudan en apoderarse de ella. La razón la suelen invocar los pobres, así que ni caso.
Esta incitación para que se provoque a España ha tenido lugar cuando Miguel Ángel Moratinos, que debe de ser gafe, se dispone a reunirse en el Peñón con el ministro de Asuntos Exteriores británico y el propio Caruana, para tratar sobre algunos de los problemas planteados en la zona.
Se les nota a los graciosos de Gibraltar, o monos, que temen que se cumpla aquella profecía famosa: “Gibraltar caerá como una fruta madura”. Para evitar que ocurra, utilizan todos los medios habidos y por haber, comenzando por convertir la anacrónica colonia en un paraíso fiscal. No debería ser necesario insistir en la perversa naturaleza de los paraísos fiscales, por lo que a los gibraltareños les quedan dos caminos: ser monos sin moral ni escrúpulos o morirse de vergüenza.
Otro de los métodos al que no renuncian las autoridades gibraltareñas, como se va viendo, es a fomentar el odio a España. El odio es un recurso que utilizan todos los nacionalistas, dado que es un valor seguro que siempre rinde frutos. El odio es algo que abunda en nuestro mundo, así que en cuanto aparece alguien que sabe tocar esa tecla, consigue frutos de inmediato. De modo que ya tenemos que las autoridades británicas y gibraltareñas incitan a los ciudadanos de Gibraltar a no tener vergüenza y estar cargados de odio.
Y a todo esto, en estos tiempos que corren en los que es tan necesaria la cooperación internacional, no se cumple ni una sola de las resoluciones de ONU sobre Gibraltar.
Esta incitación para que se provoque a España ha tenido lugar cuando Miguel Ángel Moratinos, que debe de ser gafe, se dispone a reunirse en el Peñón con el ministro de Asuntos Exteriores británico y el propio Caruana, para tratar sobre algunos de los problemas planteados en la zona.
Se les nota a los graciosos de Gibraltar, o monos, que temen que se cumpla aquella profecía famosa: “Gibraltar caerá como una fruta madura”. Para evitar que ocurra, utilizan todos los medios habidos y por haber, comenzando por convertir la anacrónica colonia en un paraíso fiscal. No debería ser necesario insistir en la perversa naturaleza de los paraísos fiscales, por lo que a los gibraltareños les quedan dos caminos: ser monos sin moral ni escrúpulos o morirse de vergüenza.
Otro de los métodos al que no renuncian las autoridades gibraltareñas, como se va viendo, es a fomentar el odio a España. El odio es un recurso que utilizan todos los nacionalistas, dado que es un valor seguro que siempre rinde frutos. El odio es algo que abunda en nuestro mundo, así que en cuanto aparece alguien que sabe tocar esa tecla, consigue frutos de inmediato. De modo que ya tenemos que las autoridades británicas y gibraltareñas incitan a los ciudadanos de Gibraltar a no tener vergüenza y estar cargados de odio.
Y a todo esto, en estos tiempos que corren en los que es tan necesaria la cooperación internacional, no se cumple ni una sola de las resoluciones de ONU sobre Gibraltar.
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